domingo, 30 de noviembre de 2008

El alquimista

Lawrence Harvey Brown se encontró con un obstáculo fundamental a la hora de triunfar como jugador en la NBA: todos creyeron que era demasiado bajo para la liga profesional. El joven Larry no permitió que las críticas derrumbasen su entusiasmo. Probó en ligas menores, volvió a las raíces del baloncesto, y con tesón logró guiar a un equipo NBA. Como base su principal virtud fue la lectura del juego y el reparto del balón.

La llamada del banquillo prontó le llamó, y probó fortuna en la liga universitaria antes de asociar su nombre con los grandes. Los primeros recuerdos baloncestísticos del que escribe se remontan a la época más exitosa de Brown como entrenador NCAA, que culminó cuando los Jayhawks de Kansas lograron el título universitario, liderados por Danny Manning. En ese momento Larry respondió de nuevo a la llamada de la NBA.

Como entrenador ya había subido a lo más alto y también había experimentado su particular destierro, azuzado por aquellos viejos fantasmas que no le permitieron triunfar plenamente como base en una competición muy bondadosa en los mejores momentos y muy cruel en los fracasos.

Bajo el abrigo de Brown los Spurs de San Antonio renacieron de sus cenizas. Diseñó un equipo fiable y aspirante que no colmó las expectativas creadas. Dejó también huella en sus pasos por Los Angeles, con la siempre difícil papeleta de entrenar a los Clippers, Indiana y sobre todo Philadelphia. En todos los casos modificó una dinámica perdedora y lastimosa e ideó conjuntos serios construídos desde la defensa. Éste fue uno de los principales motivos de la progresiva pérdida de confianza con Allen Iverson, que harto del concepto de juego de Brown y cansado del enfrentamiento con su figura autoritaria, consiguió que los Sixers le despachasen a él y a su lucrativo contrato.

A Larry no le fue difícil encontrar acomodo. Los Pistons le acogieron con los brazos abiertos, y éste les devolvió el cariño llevándoles a la conquista del campeonato. Su lugarteniente en pista fue Chauncey Billups, un jugador dotado de unas cualidades extraordinarias pero no excesivamente comprometido con el conocimiento de las líneas de pase. Brown supo educar a Billups en esta faceta.

Con un anillo en su poder, se vio con ganas de afrontar el reto de invertir la trayectoria contemporánea de los Knicks. Fracasó con estrépito en Nueva York, y sus miras se centraron entonces en otra franquicia perdedora, los Charlotte Bobcats.

Se espera que los recursos de Brown surtan efecto en un equipo donde el desconcierto impera. Los mensajes llegan de forma contradictoria a jugadores con un potencial aparentemente sin explotar. En Raymond Felton se aprecia la misma carencia que en Billups: se presupone que es un base pero juega como un escolta. No lee el juego con corrección y se autoproclama como el salvador. Las lecciones de su entrenador todavía no determinan su hacer en pista.

Jason Richardson da la sensación de estar a disgusto, y lo entiendo perfectamente. Gerald Wallace vive al día, no sabiendo si los rumores de traspaso se harán efectivos de una vez por todas. En este momento me apetece recordar una frase del gran Andrés Montes de hace unos cuantos años. Se refería a un jugador que había dejado crecer su pelo y se permitía un "look" insólito para la época en una cancha de baloncesto. Decía Andrés algo así como que "cuando un jugador está más pendiente de su pelo que de su profesión, está listo". El jugador era Brian Grant, que de influyente pasó a marginal. Espero que Wallace no pierda el norte.
Emeka Okafor es el típico caso de jugador valorado muy por encima de sus posibilidades reales. Firmó una prometedora campaña como "rookie", pero no ha sabido dar el salto de calidad necesario. Le falta cuerpo para medirse con los siete pies, y le falta tiro exterior para ser una estrella de verdad. A Sean May hay que decirle que los triple whopper se los coma en sus vacaciones y a Adam Morrison me gustaría verle en otro equipo para evaluarle con prudencia.

Larry Brown deberá emplear toda su sabiduría para sacar a este equipo adelante, circunstancia en la que es todo un veterano. La única duda que me queda es que tenga la motivación para hacerlo.

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