martes, 9 de diciembre de 2008

El genio de la lámpara

El baile de entrenadores ya ha visto desfilar a sus primeras parejas, aunque tampoco las destituciones nos pillan por sorpresa. Desde la grada los que tienen que tomar decisiones le están enseñando los dientes a ciertos ocupantes de unos banquillos que se están calentando por momentos.
En Memphis Iavaroni ha perdido el norte. Acusado de inmovilismo y con escasas maniobras para reconducir el rumbo del equipo, se ha puesto tapones en los oídos para que no le lleguen la cantidad de críticas sobre el poco atractivo arranque de temporada. Ha cambiado sí, ha sentado de inicio en el banco a Conley, Gasol e incluso a Gay, pero no es suficiente. Hay que reconocer que con la plantilla de los Grizzlies sólo se puede esperar a que termine la temporada, que los jóvenes progresen aceptablemente y que la lotería del draft les otorgue un número alto. Sin embargo siempre se puede tener la casa un poquito más limpia y aseada.

La solución no pasa por revolucionar el quinteto titular. Si consiguiese que entre todos se repartiesen mejor los tiros y se lograse presentar un juego medianamente ofensivo, la afición que paulatinamente abandona en FedEx Forum lo agradecería. Como ya he comentado en otra ocasión, el equipo carece de hechuras para superar las 20 victorias, salvo un final de temporada digno de elogio. Las victorias irán cayendo como hasta ahora, a cuentagotas.

En la NBA no valen medias tintas, o el asunto funciona o a la calle. Nada de ratificaciones a horas intempestivas, nada de convocatorias a los medios de comunicación para explicar lo inexplicable, y por supuesto nada de maniobras incendiarias para salvar el prestigio del entrenador.
Tampoco vale aquéllo de "con esta plantilla poco se puede hacer...". Declaraciones como ésta invitan a una despedida definitiva a la liga.

Volviendo a Memphis, si uno se fija en las estadísticas enseguida reparará en el supuesto juego anárquico en el que se ve envuelto Marc Gasol, con poquitas ocasiones de producir en ataque. No hay lugar a la equivocación. Todo gira entorno a Mayo y Gay, que absorven todo el protagonismo. Incluso jugadores que apuntaban a un repunte esta temporada, como Hakim Warrick, están muy lejos de sus posibilidades reales. ¿Y todo ésto a que obedece? Muchos pensarán en una mala planificación que ha desembocado en una pésima confección del roster. Otros sencillamente lo achacarán, no sin razón, al regalo que llevó a Pau a los Lakers. Pocos repararán en que Memphis no ha sido bendecido con el don especial que dota a los equipos de un carácter invulnerable. Está claro que nuestro amigo Iavaroni no lo tiene y tampoco esperarán a que lo encuentre.

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