jueves, 13 de noviembre de 2008

El espíritu de la contradicción

Desconcertante. A medida que la temporada avanza, el rol de Sergio Rodríguez en Portland ha cambiado con respecto a los primeros partidos. Pero no ha seguido una evolución lineal ni mucho menos. Sergio y su entorno canalizaron a través de su agente el primer paso de un plan diseñado para buscar una salida al jugador canario. Opciones hay tantas como franquicias en la NBA, aunque es cierto que puede haber destinos bastante apetecibles. De lo que se trata es de conseguir minutos, por lo que el hecho de que sea un equipo perdedor no debe importar lo más mínimo. Ahora mismo se debe valorar si las capacidades de Sergio son lo suficientemente conocidas. En estos tres años ha habido momentos realmente buenos, y los "highlights" llegan a todas partes. Incluso los general manager de los equipos pueden haberlos visto. El problema es que las piezas encajen. El sueldo de Sergio no permite hacer un cambio de cromos por un jugador de impacto.

Estaba pensando en un destino inmejorable como los Grizzlies, convertidos en un auténtico solar. Sin embargo Memphis poco pueden ofrecer a los Blazers. Conley no funciona como director de juego, pero su salario casi triplica al del español. Habría que "tocar" más jugadores, y no creo que los de Oregón estén dispuestos a desmantelar su prometedor roster para encontrarle acomodo a Sergio.

En Washington seguro que le recibirían con los brazos abiertos. Teniendo en cuenta que el puesto de base lo tienen aceptablemente cubierto en Portland, un jugador que encajaría bien sería Oleksiy Pecherov. Es conocido el tradicional gusto de los Blazers por los jugadores rusos, y en este caso se trata de un jugador alto para dotar de alternativas al puesto de 3/4. Los salarios se amoldan y el intercambio por lo tanto sería fácil. Los Wizards tampoco creo que le echasen de menos, y sinceramente Sergio les vendría de perlas. Aquí queda la propuesta. Lo primero es que Pritchard en los despachos y McMillan en el banquillo se pongan de acuerdo, porque está visto que caminan por sendas diferentes. Las zapatillas de la apuesta de este año, Bayless, todavía huelen a nuevo.

Profundizando un poco más en lo que respecta a Portland, miedo le tengo a la lucha de egos que emergerá más pronto que tarde. El escenario actual se presenta complicado. La temprana eclosión de Rudy ha sorprendido a muchos, incluso al propio McMillan. El mallorquín es un luchador infatigable, un tirador fiable y un jugador de equipo, y su esfuerzo en beneficio del colectivo le ha proporcionado minutos de calidad muy a pesar del empeño de algún compañero. El buen hacer del recién llegado ha despertado el recelo de la gran estrella. Brandon Roy, todo un all-star, ve cómo pierde protagonismo y ha asumido una de las peores tradiciones casi extintas entre las estrellas de la NBA: el boicot al novato. En un momento histórico formó parte del aprendizaje del jugador de primer año, y con el paso de los años quedó reducido a la nada, en parte por la llegada de extranjeros experimentados o de talentos rápidamente explotados. Rudy tendrá que lidiar con esta circunstancia, aunque le veo capaz de superar con creces la maliciosa determinación de Roy y compañía. De momento lo positivo de todo es que McMillan le da minutos y le otorga protagonismo, pero las aguas bajan revueltas. Como el bueno de Nate no sepa controlar los impulsos de sus jóvenes estrellas, se avecina una diáspora de proporciones incalculables. Es en estos momentos en los que se aprecia la verdadera valía del técnico. Le han puesto encima de la mesa un proyecto a varios años vista, con una plantilla joven y talentosa. Salvo pequeños detalles tiene muy buena pinta, a no ser que termine por romperlo. Se avecina un tiempo de cambio, con Sergio pidiendo el traspaso. Lo que es difícilmente entendible es que después de la petición pública, esté jugando más que antes. O el razonamiento de McMillan obedece a la lógica de darle confianza, o simplemente es que no sabe lo que está haciendo. Ojalá lo sepa.

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