No hay duda a la hora de resolver un ataque en Memphis, porque tanto Gay como Mayo mirarán al aro antes de intentar la alternativa del compañero mejor dispuesto. Mal asunto. Queda bastante claro que Marc Gasol tiene que zafarse como pueda y ganarse sus opciones ofensivas por su cuenta. Es ley de vida en este territorio. No baja los brazos y se empeña en arrastrar a su equipo con su energía, al contrario que sus pseudo-compañeros.
Mayo tiene un objetivo ineludible que no es otro que el convertirse en el "rookie del año" y pasear el trofeo por delante de aquéllos que dudaron de sus cualidades para el baloncesto de alto nivel. En el caso de Gay, simplemente se trata de una cuestión de galones. Desde la marcha de Pau es el "macho alfa" de la franquicia. Temeroso de que el novato haga que se cuestione su liderazgo, debe marcar su zona y delimitar el espacio del aspirante.
El mayor perjudicado de esta lucha de egos es el propio equipo y sobre todo el entrenador. Iavaroni se las prometía muy felices cuando fue aupado al puesto de técnico principal después de que la insistente rumorología le colocase entre los más deseados. Se suponía que iba a ofrecer un juego vistoso como el de su mentor D´Antoni, pero de ese juego preciosista lo único que vemos es el balón anaranjado. Una vez que ha salido de la sombra, no ha sabido inculcar esos valores a sus chicos. Es cierto que no cuenta con una plantilla experimentada, pero talento no falta en ese vestuario. Sabiendo de antemano que es improbable que superen las 20 victorias, hay que procurar un buen espectáculo que proporcione unas entradas aceptables en el pabellón. Si pierdes y encima no ofreces un aliciente a la grada, el público huirá despavorido. Ya en la temporada pasada la buena gente de Memphis llenó la cancha del equipo de baloncesto univesitario y dejó de lado a los "mayores".
El crédito del entrenador es limitado, y Iavaroni lo fía mal si deja su futuro en manos de dos jugadores egoístas. Entre tanto, Marc Gasol sigue creciendo. Mientras los otros dos se reparten el protagonismo, el español se hace con las golosas migajas. Ha demostrado que puede sobrevivir muy bien con lo justo.
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