martes, 2 de diciembre de 2008

De Pekín a New Jersey


La valoración del impacto de un determinado jugador en un equipo se debe medir por un número importante de factores y variables. Tomemos como ejemplo el caso del chino Yi Jianlian. Superadas las complicadas trabas burocráticas necesarias para que un deportista que despunte en su país pueda dar el salto, Yi se presentaba al draft de 2007 con el objetivo de figurar en el Top 5.

Se sabe que la comunidad china tiene una especial trascendencia geográfica en los Estados Unidos, aunque existen particulares ciudades en los que ha terminado de establecerse. En Milwaukee estaban plenamente convencidos de que las cualidades de Yi serían bienvenidas en los Bucks, pero no contaban con un factor primordial para la supervivencia de Jianlian en Wisconsin. Después de hacer unos más que interesantes "workouts" con diferentes franquicias, Yi negó cualquier posibilidad de recalar en Milwaukee por carecer la ciudad de una importante comunidad china.

La oficina de los Bucks echó humo en el proceso de búsqueda de motivaciones para que el prometedor chino les aceptase como destino. Una vez seleccionado, Jianlian no quiso firmar el contrato, y ponía al equipo en una difícil posición. Ceder en las pretensiones del jugador de ser traspasado sin llegar a vestir el uniforme de Milwaukee sería un golpe muy duro de encajar por los gestores. Tendrían que admitir públicamente que la arriesgada apuesta por un jugador foráneo sin unas acreditadas credenciales en la liga había fracasado, y el crédito no daba para muchas más jugadas.

En la trastienda se cocinó entonces un plan. Se convenció a Yi de que firmase con ellos con la promesa de buscarle una salida en el futuro. De esta manera los Bucks no generaban un cataclismo mediático en la orilla del lago Michigan, y el jugador tendría el escaparate perfecto para encontrar el mejor acomodo posible la siguiente temporada.

Después de un año bastante irregular, la promesa se cumplió y Jianlian entró en la operación que significó la llegada a los Bucks de Richard Jefferson. Nueva Jersey sí que reúne las condiciones idóneas exigidas por Yi.

El impacto del chino en los Bucks fue nulo, y de momento tampoco está brillando en exceso en los Nets. Para un extranjero la adaptación a la NBA pasa primero por comprender el diferente estilo de juego en la cancha, por entender el "way of life" americano y por sentirse mínimamente arropado por el equipo y el entorno. Si ésto último falla, la piedra angular no soportará el peso de todo el bloque.

Hasta ahora sólo un jugador nacido en China ha conseguido triunfar en la NBA, Yao Ming. Algún que otro ojeador se equivocó al otorgar a Yi el mismo rango que a su compatriota.

domingo, 30 de noviembre de 2008

El alquimista

Lawrence Harvey Brown se encontró con un obstáculo fundamental a la hora de triunfar como jugador en la NBA: todos creyeron que era demasiado bajo para la liga profesional. El joven Larry no permitió que las críticas derrumbasen su entusiasmo. Probó en ligas menores, volvió a las raíces del baloncesto, y con tesón logró guiar a un equipo NBA. Como base su principal virtud fue la lectura del juego y el reparto del balón.

La llamada del banquillo prontó le llamó, y probó fortuna en la liga universitaria antes de asociar su nombre con los grandes. Los primeros recuerdos baloncestísticos del que escribe se remontan a la época más exitosa de Brown como entrenador NCAA, que culminó cuando los Jayhawks de Kansas lograron el título universitario, liderados por Danny Manning. En ese momento Larry respondió de nuevo a la llamada de la NBA.

Como entrenador ya había subido a lo más alto y también había experimentado su particular destierro, azuzado por aquellos viejos fantasmas que no le permitieron triunfar plenamente como base en una competición muy bondadosa en los mejores momentos y muy cruel en los fracasos.

Bajo el abrigo de Brown los Spurs de San Antonio renacieron de sus cenizas. Diseñó un equipo fiable y aspirante que no colmó las expectativas creadas. Dejó también huella en sus pasos por Los Angeles, con la siempre difícil papeleta de entrenar a los Clippers, Indiana y sobre todo Philadelphia. En todos los casos modificó una dinámica perdedora y lastimosa e ideó conjuntos serios construídos desde la defensa. Éste fue uno de los principales motivos de la progresiva pérdida de confianza con Allen Iverson, que harto del concepto de juego de Brown y cansado del enfrentamiento con su figura autoritaria, consiguió que los Sixers le despachasen a él y a su lucrativo contrato.

A Larry no le fue difícil encontrar acomodo. Los Pistons le acogieron con los brazos abiertos, y éste les devolvió el cariño llevándoles a la conquista del campeonato. Su lugarteniente en pista fue Chauncey Billups, un jugador dotado de unas cualidades extraordinarias pero no excesivamente comprometido con el conocimiento de las líneas de pase. Brown supo educar a Billups en esta faceta.

Con un anillo en su poder, se vio con ganas de afrontar el reto de invertir la trayectoria contemporánea de los Knicks. Fracasó con estrépito en Nueva York, y sus miras se centraron entonces en otra franquicia perdedora, los Charlotte Bobcats.

Se espera que los recursos de Brown surtan efecto en un equipo donde el desconcierto impera. Los mensajes llegan de forma contradictoria a jugadores con un potencial aparentemente sin explotar. En Raymond Felton se aprecia la misma carencia que en Billups: se presupone que es un base pero juega como un escolta. No lee el juego con corrección y se autoproclama como el salvador. Las lecciones de su entrenador todavía no determinan su hacer en pista.

Jason Richardson da la sensación de estar a disgusto, y lo entiendo perfectamente. Gerald Wallace vive al día, no sabiendo si los rumores de traspaso se harán efectivos de una vez por todas. En este momento me apetece recordar una frase del gran Andrés Montes de hace unos cuantos años. Se refería a un jugador que había dejado crecer su pelo y se permitía un "look" insólito para la época en una cancha de baloncesto. Decía Andrés algo así como que "cuando un jugador está más pendiente de su pelo que de su profesión, está listo". El jugador era Brian Grant, que de influyente pasó a marginal. Espero que Wallace no pierda el norte.
Emeka Okafor es el típico caso de jugador valorado muy por encima de sus posibilidades reales. Firmó una prometedora campaña como "rookie", pero no ha sabido dar el salto de calidad necesario. Le falta cuerpo para medirse con los siete pies, y le falta tiro exterior para ser una estrella de verdad. A Sean May hay que decirle que los triple whopper se los coma en sus vacaciones y a Adam Morrison me gustaría verle en otro equipo para evaluarle con prudencia.

Larry Brown deberá emplear toda su sabiduría para sacar a este equipo adelante, circunstancia en la que es todo un veterano. La única duda que me queda es que tenga la motivación para hacerlo.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Renacimiento


Hace unos días me refería al catastrófico comienzo de los Spurs. Sigo pensando que la regeneración de la plantilla no ha sido la correcta, pero tras los nubarrones se divisa un poquito de luz. Con las lesiones de Parker y Ginóbili, el equipo se estaba sosteniendo básicamente en dos pilares personalizados en las figuras de Tim Duncan y George Mason. De Duncan ya está todo dicho, y con el viento a favor le llega con rendir a un nivel medio. El caso de Mason es el de un jugador que ha terminado de explotar y en el que además Popovich ha conseguido un aliado dinámico que hará jugar indistintamente de base o escolta.

Por detrás empiezan a asomar jugadores aparentemente de rango bajo como Hill o Tolliver, que se han aprovechado de las bajas para arrancar un puñado de valiosos minutos. En otra cancha su suerte no habría sido la misma, y hubieran tenido que hacer el petate rumbo a Turquía, Grecia o España o la liga de desarrollo NBDL.

Insisto en que los Spurs pueden haber perdido el autobus camino del título por el escaso movimiento en los despachos. El equipo adolece de un verdadero recambio para los puestos interiores, en los que el poco consistente Bonner aporta mucha fuerza pero poca destreza, y la profundidad del banquillo se me antoja corta para una temporada larga para unos jugadores veteranos. Oberto puede apagar todavía pequeños fuegos, pero sin la compañía adecuada los incendios a una escala superior asolarán el territorio texano.

Sin embargo no debemos olvidar que Popovich es un auténtico maestro a la hora de gestionar plantillas y de motivar en momentos de desarraigo emocional. El argentino Ginóbili ha agradecido el gesto de su entrenador, alejándole de toda presión para su vuelta, y seguro que Manu recompensará los desvelos del coach con alguna que otra actuación en pista espectacular.

La buena noticia para San Antonio es el regreso paulatino del argentino y del fundamental Tony Parker. Con ellos en plena forma y con la estimable ayuda de Mason y Hill, no será necesario que llamen por enésima vez al cuasi retirado Robert Horry.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Oportunidad


Los Lakers han puesto la directa y no miran atrás. Distintos analistas ya sitúan como objetivo el conseguir las 72 victorias logradas por los Bulls hace 13 años. Sinceramente es todavía muy pronto si quiera para pensar en que pueden terminar la primera fase con el mejor récord, aunque la verdad es que tienen mucho a su favor. Cuentan con el mismo equipo que la temporada anterior con retoques que mejoran las prestaciones del curso pasado. El francés errante Turiaf cede su plaza en el banquillo al otrora titular Lamar Odom, y en el quintento se incrusta el recuperado Bynum, que le va cogiendo el tono de nuevo a la competición. Ariza aporta más de lo esperado desde el banquillo y el resto de suplentes con tiempo de juego se muestran satisfactoriamente competentes.
Si nos ponemos a comparar los dos equipos, sin duda en apariencia en Los Angeles se recoge más talento, sobre todo en la línea interior. Salvando a Rodman, en aquellos Bulls poblaban esa zona troncos escasamente móviles como Wennington o Simpkins. En los Lakers encontramos más versatilidad y posibilidades de anotación.

Los anteriormente conocidos como "jordanaires", por la excesiva dependencia de MJ, supieron conjugar la experiencia de Kerr y la conversión en jugador de equipo de un anotador rutilante como Harper en beneficio del colectivo. Si sumamos la eficaz participación de Pippen y Kukoc, el gran paso ya estaba dado.

Exactamente igual que sucedió con Jordan, Kobe ha tenido que aplacar su ansia de gloria personal tras un duro enfrentamiento con Phil Jackson, que tampoco tuvo precisamente un camino fácil a la hora de construir a los Bulls campeones. Jackson se empleó duro en convencer a Jordan de que un menor protagonismo personal y una mayor implicación de sus compañeros en el juego serían fundamentales para conformar una coraza casi indestructible. Funcionó.

El mismo trabajo psicológico fue aplicado sobre Kobe, que reduce su importancia en momentos medidos. En este punto también se aprecia alguna coincidencia entre Jordan y Bryant, como la falta de tiros en los primeros cuartos de partidos concretos.

Quedan muchos meses por delante, y la carga de partidos y las bajas en forma de lesiones pueden mermar la capacidad del aspirante al récord. Otro aspecto a tener en cuenta es el que determinados jugadores puedan dar el salto de calidad, de acuerdo con el grado de responsabilidad que Jackson les puede otorgar a medida que avance la temporada y su equipo realmente les necesite. Me refiero al propio Ariza, a Vujacic, Walton o el requerido liderazgo de Odom. Si despejan las dudas estaremos ante una amenaza real a la marca de los Chicago Bulls.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Control de plagas


El Madison Square Garden ha contratado a una empresa de limpieza para dejar el vestuario impoluto. El paso de Isiah Thomas por la oficina de los Knicks dejó por los suelos la leyenda de un equipo glorioso. Thomas es y será considerado como uno de los mejores jugadores en la historia de la NBA, un base en el que se unieron los conceptos más clasistas y modernos del baloncesto. Fue sin embargo un entrenador mediocre y un gestor nefasto. Ha dejado tantos borrones en las cuentas que ni un avezado auditor lograría sacarles brillo. Un espectáculo propio de unas manzanas más arriba en Broadway se instaló noche tras noche en el Madison, con "prima donnas" vestidos de corto y haciendo el balón de baloncesto las funciones de micrófono.

A uno que ha tenido la oportunidad de adentrarse en las estancias por las que pasaron Walt Frazier, Earl Monroe, Willis Reed, Dave DeBusschere o Patrick Ewing, le provoca una zozobra casi agónica el pensar en el grado de destrucción generado por personajes insolentes e incapaces.

En esos pasillos de acceso a la mítica cancha se respira historia, y te reencuentras con la pureza del baloncesto con tan solo echarle un vistazo a las paredes, llenas de recuerdos mágicos.

No sé si la dejadez, la ineptitud o simplemente el peso de la responsabilidad fueron agrupando entorno a esas mismas paredes a una serie de jugadores impropios de la mejor tradición knickerbocker.

Recuerdo leer de pequeño una historia de Emilio Salgari, en la que unos marinos encallaban en una isla desierta. Fueron agasajados por los lugareños, que engordaban sus cuerpos a base de auténticos manjares. Pero tras la indescriptible cortesía se ocultaba la terrible verdad. Cuando los anfitriones consideraron que sus huéspedes ya habían ganado suficiente peso, empezaron a preparar gigantes calderas para guisarles. Los kilos acumulados durante semanas supusieron un lastre para muchos marinos en su huída.

Los Knicks han ido engordando su presupuesto con la esperanza de encontrar la salida a sus penurias, aunque en la práctica los jugadores hinchados ya no podían correr. Se quedarían previsiblemente hasta el fin de sus jugosos contratos.

El propietario James Dolan se obligó a desarrollar una verdadera estrategia para reflotar la franquicia. El primer paso fue la contratación de Donnie Walsh, al que le otorgó plenos poderes y plena disposición de los recursos. Se cargó al inoperante Thomas y colocó en el banquillo a Mike D´Antoni. Los resultados poco a poco van llegando, no tanto en forma de resultados como de control de la plantilla. Ya se han deshecho de los contratos de Zach Randolph y Jamal Crawford, y están ofreciendo al mejor postor a Stephon Marbury y Eddie Curry. Marbury, para el que sus mejores noches de baloncestoya han pasado, ha sido incluso apartado del equipo. Curry ni se viste de corto desde hace semanas.

Según parece otro apartado del plan es el aterrizaje en Nueva York de Lebron James, jugador mediático donde los haya que llenaría las gradas e incluso podría convertir casi sin quererlo a los Knicks en un contendiente real. Un sueño que quizá pueda hacerse realidad. No habrá mejor escaparate para "King" James que Nueva York.

Todo sigue su curso, pero por lo pronto, el insecticida aplicado en el vestuario va surtiendo el efecto deseado.

lunes, 24 de noviembre de 2008

La patata caliente


Más allá de todo tipo de rumores y de declaraciones de buenas intenciones, los equipos han empezado a moverse. Atrás queda el intercambio entre Pistons y Nuggets, del que claramente se han visto más beneficiados en Denver. En su momento a Billups por sus condiciones le costó amoldarse al papel de director de juego, pero ha sabido frenar sus impulsos anotadores en pos de la mejora de sus compañeros. Aporta veteranía y saber estar en la cancha.

Iverson tiene la difícil papeleta de cambiar el chip que le implantaron al nacer baloncestísticamente hablando. No es el primer espada en Detroit, o al menos tiene que compartir ese papel con otros tres jugadores, y la adaptación se presenta harto complicada. Se dudó de que funcionase la conexión con Carmelo Anthony, y lo cierto es que no terminó de carburar. La prueba es que se desprenden de Iverson en busca de un tipo tan experimentado como funcional.

Y tenemos encima de la mesa el asunto de la "patata caliente". Hay un jugador en la NBA que derrocha talento por los cuatro costados, y que al mismo tiempo ha sido fulminado por su carácter egoísta en la cancha y sus comportamientos anómalos fuera de ella. Han tardado muy poco tiempo en cansarse de Zach Randolph en Nueva York. De hecho no creo que realmente le hayan querido nunca. La dinámica de trabajo y desarrollo en pista de D´Antoni relegaban su papel como primer o incluso como segundo tirador. Pero él sabe lanzar a canasta auténticas mandarinas en lugar de buscarle una salida apropiada al balón o de hacer la lectura apropiada del ataque. Siempre lo ha hecho y ésa es la principal razón del hartazgo de todos sus entrenadores. El caso es que si alguien fuese capaz de explicarle al chico que el mejor valor en baloncesto (y en todos los aspectos de la vida en definitiva) es el compañerismo, podría ser letal. Sus comienzos en Portland invitaban al optimismo, pero todo se fue diluyendo cual azucarillo en el café de la mañana.

Para que cuadren los números le acompaña en su penúltima aventura un jugador marginal como Mardy Collins. Los Knicks han trabajado duro para desprenderse de Randolph, y un despistado ha picado. Mi enhorabuena a Donnie Walsh, que se empieza a ganar el sueldo.

El traspaso arrastra a Nueva York a dos jugadores con muchas muescas en su DNI como Tim Thomas y Cuttino Mobley, que presumiblemente no darán problemas.
En unos Clippers descabezados, controlados desde los despachos y en el banquillo por el todopoderoso Mike Dunleavy, el movimiento pretendido es el de reforzar la línea interior, creando mucho espacio anotador para Randolph. Chris Kaman y Marcus Camby le ofrecerán un buen colchón en el que Zach pueda hacer lo que quiera. Si fuese aficionado de los Clippers estaría temblando.

¿Qué piensa de todo ésto Baron Davis? Una vez que el base decidió estampar su firma con la franquicia angelina, se le había prometido la permanencia segura de Elton Brand. La palabra dada no se cumplió y quien aterriza en su lugar es Randolph. En la época estival se vislumbraba un auténtico equipazo, y ahora lo que encontramos son rastrojos. Sin duda no serán los momentos más felices en la vida del genial Davis.

Integrar en tu equipo a "la patata caliente" es peor que perder una caja de herramientas en el espacio, y como diría mi buen amigo Juan Solo, "ésto no lo arregla ni Cliff".

jueves, 20 de noviembre de 2008

Carne de traspaso


Vamos conociendo bastante bien la tendencia de ciertos equipos. En otro momento le echaremos un ojo a lo más alto de la clasificación de las divisiones, pero hoy quiero centrarme en las franquicias con peor récord.

A estas alturas creo que no es ninguna sorpresa el puesto de los Wizards. Su única victoria evidencia la dependencia de su gran estrella Gilbert Arenas. En Washington se apostó muy fuerte por la renovación tanto de Arenas como de Jamison. De hecho una de las exigencias de Gilbert fue que su amigo Antwan siguiese enfundado en la casaca azul. Arenas se pasó todo el curso pasado haciendo declaraciones contradictorias sobre su futuro, dejando abiertas todas las opciones aún cuando estaba por ver su estado físico. El asunto es muy serio. Tras una temporada casi en blanco tiene que afrontar otros dos meses de convalecencia. Un contratiempo que va a convertir la temporada de los Wizards en un calvario y que de paso pone su carrera en la mesa de un trilero.

Centrándose en Jamison y Arenas, la franquicia capitalina dejó escapar a un jugador que ya es el "tapado" de la competición. En ausencia del capitán, Roger Mason pudo ganar confianza en su juego, y ahora se presenta en San Antonio como hombre fundamental.

Seguro que en los despachos los teléfonos empiezan a echar humo. Antes del "trade deadline" deberían hacer algún retoque. Ya había hablado por aquí acerca de un supuesto traspaso entre el español Sergio Rodríguez y el ucraniano Pecherov. Con dos o tres movimientos bien pensados se podría conformar una escuadra interesante en Washington.

Otro caso especialmente preocupante es el de Oklahoma City. La razón principal del dolor de cabeza de los rectores no es la acumulación de derrotas, sino la falta de química interna. Es un equipo muy joven, destinado a dar guerra en dos temporadas. Kevin Durant necesita seguir madurando y trabajando para jugar con más intensidad, Jeff Green ha dado muestras de que puede jugar en esta liga con eficiencia, y el novato Westbrook me parece una joya que se debe ir puliendo poco a poco. El problema está en las rencillas que van aflorando. El base titular es el temporero Earl Watson, que una vez que ha conseguido afianzarse en el equipo y viendo que Ridnour volaba destino Milwaukee, se las prometía muy felices. Quiere más minutos y protagonismo, y que Westbrook no le eche el aliento encima. Si sigue en esa línea le auguro muy poco futuro en Oklahoma.

Un lugar en el que la tierra va a temblar antes de febrero es Charlotte. Es un equipo que no ha terminado de despegar. El prometedor Okafor se ha instalado en la vulgaridad, Adam Morrison vuelve de una lesión y ha dejado de contar, y Raymond Felton y Sean May no son la temible pareja que apuntaba. Larry Brown se había planteado el reto de ser el salvador de la franquicia, pero con el roster oliendo a carne quemada, terminará huyendo antes de que el fuego le queme los pies. Según parece llevan unas semanas intentando colocar a Gerald Wallace hasta en cinco equipos, que se lo están tomando con calma. No sería el único traspaso aconsejable.

En Los Angeles todas las miradas se centran en el comienzo arrollador de los Lakers. Sus compañeros del Staples Center sin embargo están perdiendo la paciencia. Las derrotas van cayendo y Baron Davis ya ha levantado la voz. Todos van a lo suyo en los Clippers.

Hay dos jugadores especialmente aprovechables en el mercado. Sus equipos le han puesto el cartel de transferible y no se ponen ni el chándal. Tienen mucho nombre y un contrato que asusta. Son Stephon Marbury y Eddie Curry.