miércoles, 26 de noviembre de 2008

Control de plagas


El Madison Square Garden ha contratado a una empresa de limpieza para dejar el vestuario impoluto. El paso de Isiah Thomas por la oficina de los Knicks dejó por los suelos la leyenda de un equipo glorioso. Thomas es y será considerado como uno de los mejores jugadores en la historia de la NBA, un base en el que se unieron los conceptos más clasistas y modernos del baloncesto. Fue sin embargo un entrenador mediocre y un gestor nefasto. Ha dejado tantos borrones en las cuentas que ni un avezado auditor lograría sacarles brillo. Un espectáculo propio de unas manzanas más arriba en Broadway se instaló noche tras noche en el Madison, con "prima donnas" vestidos de corto y haciendo el balón de baloncesto las funciones de micrófono.

A uno que ha tenido la oportunidad de adentrarse en las estancias por las que pasaron Walt Frazier, Earl Monroe, Willis Reed, Dave DeBusschere o Patrick Ewing, le provoca una zozobra casi agónica el pensar en el grado de destrucción generado por personajes insolentes e incapaces.

En esos pasillos de acceso a la mítica cancha se respira historia, y te reencuentras con la pureza del baloncesto con tan solo echarle un vistazo a las paredes, llenas de recuerdos mágicos.

No sé si la dejadez, la ineptitud o simplemente el peso de la responsabilidad fueron agrupando entorno a esas mismas paredes a una serie de jugadores impropios de la mejor tradición knickerbocker.

Recuerdo leer de pequeño una historia de Emilio Salgari, en la que unos marinos encallaban en una isla desierta. Fueron agasajados por los lugareños, que engordaban sus cuerpos a base de auténticos manjares. Pero tras la indescriptible cortesía se ocultaba la terrible verdad. Cuando los anfitriones consideraron que sus huéspedes ya habían ganado suficiente peso, empezaron a preparar gigantes calderas para guisarles. Los kilos acumulados durante semanas supusieron un lastre para muchos marinos en su huída.

Los Knicks han ido engordando su presupuesto con la esperanza de encontrar la salida a sus penurias, aunque en la práctica los jugadores hinchados ya no podían correr. Se quedarían previsiblemente hasta el fin de sus jugosos contratos.

El propietario James Dolan se obligó a desarrollar una verdadera estrategia para reflotar la franquicia. El primer paso fue la contratación de Donnie Walsh, al que le otorgó plenos poderes y plena disposición de los recursos. Se cargó al inoperante Thomas y colocó en el banquillo a Mike D´Antoni. Los resultados poco a poco van llegando, no tanto en forma de resultados como de control de la plantilla. Ya se han deshecho de los contratos de Zach Randolph y Jamal Crawford, y están ofreciendo al mejor postor a Stephon Marbury y Eddie Curry. Marbury, para el que sus mejores noches de baloncestoya han pasado, ha sido incluso apartado del equipo. Curry ni se viste de corto desde hace semanas.

Según parece otro apartado del plan es el aterrizaje en Nueva York de Lebron James, jugador mediático donde los haya que llenaría las gradas e incluso podría convertir casi sin quererlo a los Knicks en un contendiente real. Un sueño que quizá pueda hacerse realidad. No habrá mejor escaparate para "King" James que Nueva York.

Todo sigue su curso, pero por lo pronto, el insecticida aplicado en el vestuario va surtiendo el efecto deseado.

lunes, 24 de noviembre de 2008

La patata caliente


Más allá de todo tipo de rumores y de declaraciones de buenas intenciones, los equipos han empezado a moverse. Atrás queda el intercambio entre Pistons y Nuggets, del que claramente se han visto más beneficiados en Denver. En su momento a Billups por sus condiciones le costó amoldarse al papel de director de juego, pero ha sabido frenar sus impulsos anotadores en pos de la mejora de sus compañeros. Aporta veteranía y saber estar en la cancha.

Iverson tiene la difícil papeleta de cambiar el chip que le implantaron al nacer baloncestísticamente hablando. No es el primer espada en Detroit, o al menos tiene que compartir ese papel con otros tres jugadores, y la adaptación se presenta harto complicada. Se dudó de que funcionase la conexión con Carmelo Anthony, y lo cierto es que no terminó de carburar. La prueba es que se desprenden de Iverson en busca de un tipo tan experimentado como funcional.

Y tenemos encima de la mesa el asunto de la "patata caliente". Hay un jugador en la NBA que derrocha talento por los cuatro costados, y que al mismo tiempo ha sido fulminado por su carácter egoísta en la cancha y sus comportamientos anómalos fuera de ella. Han tardado muy poco tiempo en cansarse de Zach Randolph en Nueva York. De hecho no creo que realmente le hayan querido nunca. La dinámica de trabajo y desarrollo en pista de D´Antoni relegaban su papel como primer o incluso como segundo tirador. Pero él sabe lanzar a canasta auténticas mandarinas en lugar de buscarle una salida apropiada al balón o de hacer la lectura apropiada del ataque. Siempre lo ha hecho y ésa es la principal razón del hartazgo de todos sus entrenadores. El caso es que si alguien fuese capaz de explicarle al chico que el mejor valor en baloncesto (y en todos los aspectos de la vida en definitiva) es el compañerismo, podría ser letal. Sus comienzos en Portland invitaban al optimismo, pero todo se fue diluyendo cual azucarillo en el café de la mañana.

Para que cuadren los números le acompaña en su penúltima aventura un jugador marginal como Mardy Collins. Los Knicks han trabajado duro para desprenderse de Randolph, y un despistado ha picado. Mi enhorabuena a Donnie Walsh, que se empieza a ganar el sueldo.

El traspaso arrastra a Nueva York a dos jugadores con muchas muescas en su DNI como Tim Thomas y Cuttino Mobley, que presumiblemente no darán problemas.
En unos Clippers descabezados, controlados desde los despachos y en el banquillo por el todopoderoso Mike Dunleavy, el movimiento pretendido es el de reforzar la línea interior, creando mucho espacio anotador para Randolph. Chris Kaman y Marcus Camby le ofrecerán un buen colchón en el que Zach pueda hacer lo que quiera. Si fuese aficionado de los Clippers estaría temblando.

¿Qué piensa de todo ésto Baron Davis? Una vez que el base decidió estampar su firma con la franquicia angelina, se le había prometido la permanencia segura de Elton Brand. La palabra dada no se cumplió y quien aterriza en su lugar es Randolph. En la época estival se vislumbraba un auténtico equipazo, y ahora lo que encontramos son rastrojos. Sin duda no serán los momentos más felices en la vida del genial Davis.

Integrar en tu equipo a "la patata caliente" es peor que perder una caja de herramientas en el espacio, y como diría mi buen amigo Juan Solo, "ésto no lo arregla ni Cliff".

jueves, 20 de noviembre de 2008

Carne de traspaso


Vamos conociendo bastante bien la tendencia de ciertos equipos. En otro momento le echaremos un ojo a lo más alto de la clasificación de las divisiones, pero hoy quiero centrarme en las franquicias con peor récord.

A estas alturas creo que no es ninguna sorpresa el puesto de los Wizards. Su única victoria evidencia la dependencia de su gran estrella Gilbert Arenas. En Washington se apostó muy fuerte por la renovación tanto de Arenas como de Jamison. De hecho una de las exigencias de Gilbert fue que su amigo Antwan siguiese enfundado en la casaca azul. Arenas se pasó todo el curso pasado haciendo declaraciones contradictorias sobre su futuro, dejando abiertas todas las opciones aún cuando estaba por ver su estado físico. El asunto es muy serio. Tras una temporada casi en blanco tiene que afrontar otros dos meses de convalecencia. Un contratiempo que va a convertir la temporada de los Wizards en un calvario y que de paso pone su carrera en la mesa de un trilero.

Centrándose en Jamison y Arenas, la franquicia capitalina dejó escapar a un jugador que ya es el "tapado" de la competición. En ausencia del capitán, Roger Mason pudo ganar confianza en su juego, y ahora se presenta en San Antonio como hombre fundamental.

Seguro que en los despachos los teléfonos empiezan a echar humo. Antes del "trade deadline" deberían hacer algún retoque. Ya había hablado por aquí acerca de un supuesto traspaso entre el español Sergio Rodríguez y el ucraniano Pecherov. Con dos o tres movimientos bien pensados se podría conformar una escuadra interesante en Washington.

Otro caso especialmente preocupante es el de Oklahoma City. La razón principal del dolor de cabeza de los rectores no es la acumulación de derrotas, sino la falta de química interna. Es un equipo muy joven, destinado a dar guerra en dos temporadas. Kevin Durant necesita seguir madurando y trabajando para jugar con más intensidad, Jeff Green ha dado muestras de que puede jugar en esta liga con eficiencia, y el novato Westbrook me parece una joya que se debe ir puliendo poco a poco. El problema está en las rencillas que van aflorando. El base titular es el temporero Earl Watson, que una vez que ha conseguido afianzarse en el equipo y viendo que Ridnour volaba destino Milwaukee, se las prometía muy felices. Quiere más minutos y protagonismo, y que Westbrook no le eche el aliento encima. Si sigue en esa línea le auguro muy poco futuro en Oklahoma.

Un lugar en el que la tierra va a temblar antes de febrero es Charlotte. Es un equipo que no ha terminado de despegar. El prometedor Okafor se ha instalado en la vulgaridad, Adam Morrison vuelve de una lesión y ha dejado de contar, y Raymond Felton y Sean May no son la temible pareja que apuntaba. Larry Brown se había planteado el reto de ser el salvador de la franquicia, pero con el roster oliendo a carne quemada, terminará huyendo antes de que el fuego le queme los pies. Según parece llevan unas semanas intentando colocar a Gerald Wallace hasta en cinco equipos, que se lo están tomando con calma. No sería el único traspaso aconsejable.

En Los Angeles todas las miradas se centran en el comienzo arrollador de los Lakers. Sus compañeros del Staples Center sin embargo están perdiendo la paciencia. Las derrotas van cayendo y Baron Davis ya ha levantado la voz. Todos van a lo suyo en los Clippers.

Hay dos jugadores especialmente aprovechables en el mercado. Sus equipos le han puesto el cartel de transferible y no se ponen ni el chándal. Tienen mucho nombre y un contrato que asusta. Son Stephon Marbury y Eddie Curry.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Rumbo a Phoenix


La lesión de José Manuel Calderón ha hecho saltar las alarmas en Toronto. Con su arranque espectacular, el español había recibido todo tipo de parabienes por parte de una crítica estadounidense que ya la temporada pasada comenzó a ver en José a un prospecto digno de all-star. De momento el Fin de Semana de las Estrellas queda lejos, aunque personalmente me alegro mucho de ver tan pronto a Calderón en las quinielas de cara a esa soñada cita. Todo el mundo quiere estar allí. Bueno todos no, Rasheed Wallace dejó patente el año pasado su disgusto por haber sido seleccionado. En lugar de pasar unos días de asueto casero con su familia, tuvo que compartir un poco de sudor envuelto en una parafernalia que aborrece. Así es la NBA, chico. Recibes un buen cheque a final de mes y se espera que respondas a las expectativas deportivas y mediáticas que el gran circo genera.

Lo que está claro es que nos vamos a divertir mucho en los próximos meses con las campañas en favor de ciertos jugadores, que con mayor o menor merecimiento pedirán su inclusión en el plantel. En el "Rookie Challenge" estarán, salvo causa de fuerza mayor, Rudy Fernández y Marc Gasol. Sus actuaciones no están pasando desapercibidas, y con pocos partidos de competición ya han obtenido más de un sobresaliente en su expediente.

No me olvido de Pau. La dinámica ganadora y ascendente de los Lakers redunda en el aumento de sus posibilidades. Ya ha sido all-star, y eso es un factor a tomar en consideración.

Volviendo a José, lo primero es la recuperación de la lesión. Cuenta con la ventaja de que su equipo le necesita más de que al coach Mitchell le gustaría. El recambio es tan atípico como pintoresco: un escolta con cuerpo de base y un prometedor europeo que ha pasado sin pena ni gloria por Barcelona y Roma. Willie Solomon es de esos jugadores que miran el aro antes de buscar una jugada elaborada. Eso funciona en Tel-Aviv, pero en Toronto hay que ofrecer un poquito más, teniendo en cuenta que no se le va a permitir desenfundar demasiado.

La readaptación de estrella a jugador de equipo es complicada. Charlie Bell pasaba por ser conocido en su país como un excelente defensor. Un brillante trabajo anotador en Lugo le proporcionó la oportunidad de volver a su país. Se hizo con un hueco en Milwaukee y ya no tendrá que preocuparse de buscarse las habichuelas en Europa. Solomon debe aferrarse a esta oportunidad como hizo en su momento también Darrell Armstrong, que maravilló en Orense antes de hacerse con un nombre en la NBA.

La obligación del croata Ukic es entrenar mucho, ganar músculo y ver desde el banquillo cómo se juega a ésto. No obstante, la privilegiada posición de Calderón es un arma de doble filo, ya que su descanso será medido, y la carga de partidos puede hacer mella en el coloso extremeño. Sin competencia y con un juego en el que ya es artista principal puede ganarse por derecho propio su billete a Phoenix.

domingo, 16 de noviembre de 2008

El dúo de Memphis

Una noche de baloncesto cualquiera en el FedEx Forum de Memphis. En la ronda de calentamiento los mocetones de Memphis se afanan en terminar de estirar los músculos y de intentar un puñado de tiros a canasta. A casi todos les preocupa el porcentaje de acierto. Una serie encadenada de fallos pueden revertir su moral previa al partido. Sin embargo observamos cierta apatía en dos de ellos. El asunto de los tiros parece que no les importa demasiado. A fin de cuentas, tienen vía libre para tirarse las zapatillas si es preciso. Echándole un vistazo a la ficha del partido a su conclusión, Rudy Gay y O.J. Mayo son los autores de más de la mitad del total de lanzamientos del equipo. Lógicamente han sido los máximos anotadores de los Grizzlies, que añaden una derrota más a su casillero.

No hay duda a la hora de resolver un ataque en Memphis, porque tanto Gay como Mayo mirarán al aro antes de intentar la alternativa del compañero mejor dispuesto. Mal asunto. Queda bastante claro que Marc Gasol tiene que zafarse como pueda y ganarse sus opciones ofensivas por su cuenta. Es ley de vida en este territorio. No baja los brazos y se empeña en arrastrar a su equipo con su energía, al contrario que sus pseudo-compañeros.

Mayo tiene un objetivo ineludible que no es otro que el convertirse en el "rookie del año" y pasear el trofeo por delante de aquéllos que dudaron de sus cualidades para el baloncesto de alto nivel. En el caso de Gay, simplemente se trata de una cuestión de galones. Desde la marcha de Pau es el "macho alfa" de la franquicia. Temeroso de que el novato haga que se cuestione su liderazgo, debe marcar su zona y delimitar el espacio del aspirante.

El mayor perjudicado de esta lucha de egos es el propio equipo y sobre todo el entrenador. Iavaroni se las prometía muy felices cuando fue aupado al puesto de técnico principal después de que la insistente rumorología le colocase entre los más deseados. Se suponía que iba a ofrecer un juego vistoso como el de su mentor D´Antoni, pero de ese juego preciosista lo único que vemos es el balón anaranjado. Una vez que ha salido de la sombra, no ha sabido inculcar esos valores a sus chicos. Es cierto que no cuenta con una plantilla experimentada, pero talento no falta en ese vestuario. Sabiendo de antemano que es improbable que superen las 20 victorias, hay que procurar un buen espectáculo que proporcione unas entradas aceptables en el pabellón. Si pierdes y encima no ofreces un aliciente a la grada, el público huirá despavorido. Ya en la temporada pasada la buena gente de Memphis llenó la cancha del equipo de baloncesto univesitario y dejó de lado a los "mayores".

El crédito del entrenador es limitado, y Iavaroni lo fía mal si deja su futuro en manos de dos jugadores egoístas. Entre tanto, Marc Gasol sigue creciendo. Mientras los otros dos se reparten el protagonismo, el español se hace con las golosas migajas. Ha demostrado que puede sobrevivir muy bien con lo justo.

sábado, 15 de noviembre de 2008

El ocaso

Siempre hay un momento en el que todo termina. Mark Cuban se las prometía muy felices cuando soltó su buen fajo de billetes para adquirir una franquicia histórica. Los Mavericks encadenaron unas cuantas temporadas de verdadero mérito comandados por el alemán Dirk Nowitzki. Fueron aspirantes al título por méritos propios, y unas cuantas transacciones bien hechas conformaron un equipo competente. La serie final contra los Heat fue un punto de inflexión en el devenir de Dallas. Fallaron con todo a su favor y la deshonrosa derrota a las primeras de cambio en el curso siguiente a cargo de los Warriors colapsó los cimientos de la aparentemente sólida estructura de los de Texas.

En el momento actual nos encontramos con figuras venidas a menos, veteranos con una actitud sospechosamente displicente y un olor a rancio que se percibe a kilómetros de distancia. El cambio de entrenador tampoco supone un vuelco ni en motivación ni en juego. Rick Carlisle parte de la premisa de construir desde atrás, pero el juego adolece de la alegría que el alemán Nowitzki necesita. También es cierto que la suma de derrotas decrece el interés de unos jugadores curtidos y para los que sus mejores años ya han quedado atrás.

Quizá sea conveniente pensar en la temible "reconstrucción". Si aprovechan el cartel que todavía tienen Nowitzki, Jason Terry o incluso Dampier, pueden sacar bastante tajada en el mercado. En el caso de que esperen a la caída en barrena de sus estrellas, entonces pocó habrá que rascar. Un traspaso a tiempo vale su peso en oro, y los años de espera se verán reducidos considerablemente. Salvo en el celebrado "trade" de Gasol a los Lakers, nadie en esta liga regala nada. Cuanto más se tarde en mover pieza, peor les irán las cosas.

Ya nadie habla de las locuras de Cuban, de sus famosas protestas a los árbitros ni de sus cuantiosas multas. La diligencia ha dejado de pasar por Dallas, ya que los pistoleros han desviado su rumbo. Esta vez el Séptimo de Caballería no irá al rescate.

jueves, 13 de noviembre de 2008

El espíritu de la contradicción

Desconcertante. A medida que la temporada avanza, el rol de Sergio Rodríguez en Portland ha cambiado con respecto a los primeros partidos. Pero no ha seguido una evolución lineal ni mucho menos. Sergio y su entorno canalizaron a través de su agente el primer paso de un plan diseñado para buscar una salida al jugador canario. Opciones hay tantas como franquicias en la NBA, aunque es cierto que puede haber destinos bastante apetecibles. De lo que se trata es de conseguir minutos, por lo que el hecho de que sea un equipo perdedor no debe importar lo más mínimo. Ahora mismo se debe valorar si las capacidades de Sergio son lo suficientemente conocidas. En estos tres años ha habido momentos realmente buenos, y los "highlights" llegan a todas partes. Incluso los general manager de los equipos pueden haberlos visto. El problema es que las piezas encajen. El sueldo de Sergio no permite hacer un cambio de cromos por un jugador de impacto.

Estaba pensando en un destino inmejorable como los Grizzlies, convertidos en un auténtico solar. Sin embargo Memphis poco pueden ofrecer a los Blazers. Conley no funciona como director de juego, pero su salario casi triplica al del español. Habría que "tocar" más jugadores, y no creo que los de Oregón estén dispuestos a desmantelar su prometedor roster para encontrarle acomodo a Sergio.

En Washington seguro que le recibirían con los brazos abiertos. Teniendo en cuenta que el puesto de base lo tienen aceptablemente cubierto en Portland, un jugador que encajaría bien sería Oleksiy Pecherov. Es conocido el tradicional gusto de los Blazers por los jugadores rusos, y en este caso se trata de un jugador alto para dotar de alternativas al puesto de 3/4. Los salarios se amoldan y el intercambio por lo tanto sería fácil. Los Wizards tampoco creo que le echasen de menos, y sinceramente Sergio les vendría de perlas. Aquí queda la propuesta. Lo primero es que Pritchard en los despachos y McMillan en el banquillo se pongan de acuerdo, porque está visto que caminan por sendas diferentes. Las zapatillas de la apuesta de este año, Bayless, todavía huelen a nuevo.

Profundizando un poco más en lo que respecta a Portland, miedo le tengo a la lucha de egos que emergerá más pronto que tarde. El escenario actual se presenta complicado. La temprana eclosión de Rudy ha sorprendido a muchos, incluso al propio McMillan. El mallorquín es un luchador infatigable, un tirador fiable y un jugador de equipo, y su esfuerzo en beneficio del colectivo le ha proporcionado minutos de calidad muy a pesar del empeño de algún compañero. El buen hacer del recién llegado ha despertado el recelo de la gran estrella. Brandon Roy, todo un all-star, ve cómo pierde protagonismo y ha asumido una de las peores tradiciones casi extintas entre las estrellas de la NBA: el boicot al novato. En un momento histórico formó parte del aprendizaje del jugador de primer año, y con el paso de los años quedó reducido a la nada, en parte por la llegada de extranjeros experimentados o de talentos rápidamente explotados. Rudy tendrá que lidiar con esta circunstancia, aunque le veo capaz de superar con creces la maliciosa determinación de Roy y compañía. De momento lo positivo de todo es que McMillan le da minutos y le otorga protagonismo, pero las aguas bajan revueltas. Como el bueno de Nate no sepa controlar los impulsos de sus jóvenes estrellas, se avecina una diáspora de proporciones incalculables. Es en estos momentos en los que se aprecia la verdadera valía del técnico. Le han puesto encima de la mesa un proyecto a varios años vista, con una plantilla joven y talentosa. Salvo pequeños detalles tiene muy buena pinta, a no ser que termine por romperlo. Se avecina un tiempo de cambio, con Sergio pidiendo el traspaso. Lo que es difícilmente entendible es que después de la petición pública, esté jugando más que antes. O el razonamiento de McMillan obedece a la lógica de darle confianza, o simplemente es que no sabe lo que está haciendo. Ojalá lo sepa.