domingo, 19 de julio de 2009

Locura de dinero

Se especula estos días con la posibilidad de que Nate Robinson se mude a Europa por un módico precio que asciende a 10 millones de dólares en un contrato de dos años de duración. El pequeño base no puede aspirar a firmar un contrato de esa magnitud en su país, y la oferta le hace los ojos chiribitas.
Un fichaje mediático y de calidad. La repercusión de su victoria en el último concurso de mates ha llegado bastante lejos. A pesar de que el Fin de Semana de las Estrellas abandonó hace años la excelencia deportiva por una pose más propia del "show-business", las televisiones de todo el mundo se siguen acreditando y los niveles de audiencia alcanzan cotas reseñables.

Los hermanos Angelopoulos resquebrajaron conciencias en los Estados Unidos justo hace un año con el fichaje de un jugador de talento acuoso como Josh Childress, que no rentabilizó ni de lejos el esfuerzo económico que los acaudalados griegos hicieron por él. Childress como agente libre era apetecible para cubrir un roster como sexto o séptimo hombre. El caso de Robinson es distinto. Childress destacó por su peinado retro y alguna que otra demostración de elasticidad. Nate podría ser titular en un puñado de equipos NBA, ha tenido excelentes actuaciones combinadas de puntos y asistencias, y es un tipo muy conocido en todas las canchas. Ofrece algo más que plasticidad en el salto y guiños a la cámara. Olympiakos tampoco pudo dar el salto de calidad con Josh Childress.

Se vuelve a abrir el tarro de las hipótesis. ¿Un buen contrato en Europa es un paso atrás? ¿Una verdadera estrella aceptaría bajarse en marcha del tren NBA? Hablamos en todo caso de dos jugadores que ocuparon en su carrera profesional una plaza en el banquillo. La realidad es ésa y no otra. Robinson tiene cualidades y trazas de titular, pero en sus años con los mayores por diversos motivos ningún entrenador le ha dado su plena confianza.

Si Nate se va, muchos le echarán de menos. A Childress pocos le recuerdan ya.

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