domingo, 20 de diciembre de 2009

Sorpresa entre los rookies

De momento la historia de la carrera hacía el "Rookie del año" se escribe desde el puesto de base. Echando un vistazo a la pasada elección, encontramos no pocos desencuentros entre la previsión y la realidad.

Quedando el talentoso Blake Griffin fuera de circulación, el ritmo lo marcan Tyreke Evans y Brandon Jennings, los números 5 y 10. El tanzano Thabeet se consolida como el gran fracaso de este draft, con una importancia tan minúscula de tiempo en pista que casi rivaliza con el iraní Haddadi por ser el pívot suplente en los Grizzlies. Sigue el alto mocetón un programa de entrenamiento para fortalecer su juego de pies y aumentar sus escasos recursos ofensivos. Marc Gasol puede respirar tranquilo, porque hasta ahora lo único que ha enseñado Thabeet es cierto poder de intimidación.

El siguiente en la lista es James Harden, que enciende de vez en cuando la luz y despierta de su letargo, aunque en su caso su progreso lo frena el empuje de Durant, Green o incluso Westbrook. De Ricky de momento lo mejor es no hablar.

Tenemos que esperar hasta el quinto puesto para acelerar el paso. La elección de Evans tan arriba despertó cierto recelo. Un jugador que no es base ni escolta. Demasiado alto para ser director de juego, y con poco rango de tiro para jugar de dos. Pero Tyreke, veinteañero con cara de cuarentón, rompe con los pronósticos. Ya ha superado los 30 puntos y llegado a las 10 asistencias, y sus promedios son dignos de un jugador experimentado. Lo más importante es que su equipo ha crecido con respecto al curso pasado. Es Sacramento una de las sorpresas agradables de la temporada, y en gran parte se lo debe al buen hacer de Evans.

El base de los Kings ha llegado a la altura de Brandon Jennings, que comenzó emulando a Usain Bolt en el sprint. Dejó al resto de rookies olisqueando su rastro. El efecto del "europeo" se va disipando al tiempo que los registros de Tyreke van mejorando, aunque mantiene su línea de regularidad.

En este punto hay bastante igualdad, tanto en rendimiento individual como en resultados colectivos, estando Kings y Bucks parejos. A día de hoy, la carrera es cosa de dos.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Esperando a Lebron

Metidos en la vorágine de la competición, se silencia poco a poco la rumorología acerca del próximo destino de "King" James. Sus Cavaliers empiezan a centrarse en su temporada presente y coleccionan unas cuantas victorias más. El penoso incio toca a su fin. Otra cosa bien distinta es el caldo de cultivo que se está creando en el seno de una franquicia abocada al resquebrajamiento.

La llegada de Shaq genera más problemas y dudas que ventajas, y resta credibilidad a la confianza que la parcela técnica tiene en Ilgauskas. El lituano ya ha enseñado sus garras en privado ante lo que considera una falta de respeto. Hay que recordar que en algún partido semanas atrás se quedó en el banquillo estando en plenitud de condiciones.

Cleveland sigue dependiendo en exceso de Lebron y además se ve obligado a ralentizar en ataque ante la evidente lentitud de O´Neal. Siete derrotas a estas alturas es más de lo que hubiesen previsto en su planificación inicial.

Mientras tanto, en su presumible nuevo destino viven más felices de lo esperado. El Madison recupera parte de su audiencia y ve cada noche a un David Lee al borde de la excelencia. El ansiado pívot neoyorkino debería entrar a día de hoy en la lista de cara al All-Star.

Las sensaciones en New York son tan buenas que D´Antoni se ha permitido el lujo de recuperar para el profesionalismo de alto nivel al olvidado Jonathan Bender y de permitir la resurrección de un denostado Eddie Curry. Cierto es que la atmósfera actual y la falta de objetivos para esta temporada dan pie a estas acciones, pero hay que fijarse en el fondo del asunto y su trascendencia.
El italiano Gallinari da muestras de su talento y ofrece grandes esperanzas para el futuro. Jugará un papel importante en los Knicks del futuro, manteniendo empuje y versatilidad.

A falta de un traspaso que aleje al ya condenado Nate Robinson, el hueco a Lebron está hecho y sus próximos escuderos suman minutos y experiencia.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Oasis en el desierto

Pocos auguraban un comienzo tan provechoso en Sacramento. Ni los propietarios, los Maloof, ni el GM Petrie, ni la afición, ni los propios jugadores. Westphal aparecía en medio de este lúgubre solar como un paracaidista sin cantimplora para guiar a un puñado de jóvenes imberbes hacia un camino seguro.

La lesión de Kevin Martin tampoco era precisamente un elemento estabilizador para una franquicia huérfana de éxitos y sin un rumbo definido. Los brillantes momentos vividos en la época de Adelman habían caído al más profundo de los olvidos.

La decisión de Petrie de entregar el mando a Paul Westphal levantó más de una suspicacia. Un entrenador con una predilección especial para el ataque quizá era la mejor opción para recuperar algún hueco vacío en la grada, aunque generaba bastantes dudas en cuanto a la progresión de ciertos jugadores.

Diez partidos ganados a estas alturas supone un paso grande, insuflar ánimo a gente como Nocioni, Hawes o Greene, y una nueva vida para el novato Casspi y nuestro Sergio. El israelí está cumpliendo las expectativas, midiéndose cada noche en un puesto comprometido a jugadores de gran nivel.
Sergio demuestra que con minutos y confianza puede responder perfectamente, alejado de un rol controlado y defensivo. En Sacramento gusta y mucho el tipo de juego que el español lleva en la sangre. De momento ya ha registrado la mejor anotación de su carrera en la NBA y va ganando enteros entre la hinchada, sus compañeros y el entrenador. Es un complemento perfecto para lo que ofrecen el fibroso Tyreke Evans y el tirador Udrih. Es complementario y me atrevería a decir que les libera de cierta tensión a la hora de llevar el tempo del partido. Quizá es mucho aventurar en este momento del curso.
Lo peor de este equipo será el grado de encaje de este comienzo. Si se les va la cabeza a ciertos jugadores no habrá equilibrio en el casillero de triunfos-derrotas.

martes, 8 de diciembre de 2009

Maldición blazer

Se oye un crujido y se terminó la temporada. El gigantón Oden revive la dolorosa situación que experimentó no hace mucho. En esta ocasión es la rodilla izquierda la que ha pagado con su integridad el rigor físico que exige la NBA.

Greg Oden empezaba de cero este curso, después de verse resignado a un discreto papel el año pasado. Lejos de las posibilidades que su carta de presentación reflejaba, el mocetón se vio abocado a una reconstrucción tanto física como sobre todo mental que mermó su rendimiento. Al menos eso es lo que parecía. Un jugador capaz de jugar media temporada lanzando a canasta con la mano "menos habitual", a causa de una lesión en su muñeca izquierda, se entendía que podría hacer frente con garantías a los envites de la competición ante rivales con menor poderío y porte.

La temporada pasada fue un pívot lento en sus movimientos y torpe en la defensa, aunque fue emitiendo ciertos destellos de talento. Está demostrado en la liga que con no demasiado trabajo un "center" consigue una gran rentabilidad en cuanto a minutos en pista. Oden tenía que competir con el voluntarioso Przybilla, que no ofrecería a priori mucha resistencia. La facilidad para cargarse de faltas, aspecto que tocaba mejorar este año, no ayudó precisamente al reencuentro de Greg con la plenitud de tiempo en cancha.

Hasta la desafortunada lesión, Oden había mejorado en todos los apartados estadísticos de manera sensible, con sólo un par de minutos más de media. Significativo era su avance en los tiros de campo y en el capítulo de tapones, con lo que se hacía evidente su confianza a la hora de intimidar en defensa. La lacra nuevamente la asumía el porcentaje de faltas, la auténtica cruz de hierro.

Mucho se escribe sobre la maldición "blazer", y enseguida nos fijamos en su antecendente en la franquicia de Oregón, Sam Bowie. En común su alto número de elección en el draft, su envergadura, las lesiones impertinentes y la tierra prometida a la que guiaría como líder. Podemos anotar diferencias. Bowie fue un auténtico dominador en su etapa universitaria en la prestigiosa Kentucky, mientras que Oden espantaba rivales con su físico pero estaba muy lejos de su plenitud.

La carrera de Bowie se vio perjudicada por constantes lesiones que le acompañaron incluso antes de empezar su carrera profesional, no llegando a alcanzar ni la milésima parte del nivel que le suponía. En esas mismas circunstacias estamos ahora. Un jugador llamado a ser estrella pero que está muy lejos de serlo, y más ahora cuando muchos ya dudan de su recuperación total. Puede que Greg Oden sea como Bowie, la estrella que no fue.

martes, 1 de diciembre de 2009

El chico que no quiso crecer

El siempre polémico Allen Iverson se fue dando un sonoro portazo de la casa que le acogía previo paso a la jubilación. Memphis recibió a la que fuera gran estrella mediática con los brazos abiertas y la chequera dispuesta, y a cambio consiguió un desprecio caprichoso.

Mucho se habló en verano de los destinos que le aguardaban a Iverson. Lo llamativo del asunto es que los candidatos eran de un perfil competitivo bajo, nada de contendientes ni equipos de alto rango.

La carrera de A.I está plagada de éxitos ligados a unas dosis bien aliñadas de desencanto y esperanzas rotas. Deportista brillante con mente dispersa, manejó muy mal los tiempos en su estatus de jugador súperclase. Podría haber sido un buen quarterback pero se decantó por el baloncesto. Jugó en una Universidad de prestigio pero no logró conectar con su programa académico, dejando su futuro a expensas de su propio talento atlético. Nada que reprochar en este último apartado, ya que ha ganado dinero para gastar en un puñado de vidas.

John Thompson ni Larry Brown, entrenadores y consejeros, no le supieron encauzar ni en Georgetown ni en Philadelphia. Eso sí, Brown sacó el mejor jugo de Iverson alcanzando con su liderazgo las Finales.

La relación personal con Allen nunca fue fácil. Forzó su salida de los Sixers y de los Nuggets, al no soportar en este caso la primacía que significaba la figura de Carmelo Anthony. Bien cumplidos los treinta se vio inmerso en un traspaso que podría haber sido un auténtico punto de inflexión, recalando en una máquina engrasada y todavía en marcha como eran los Pistons. Sin embargo en ningún momento encajó su nuevo rol, relegado a un papel secundario saliendo del banquillo.
Se ausentó de una serie de entrenamientos y dejó patente su total falta de compromiso con la casaca de Detroit.

Cuando ya se veía pidiendo su plan de pensiones le llegó una oferta de Memphis. Buena oportunidad para abatir el sillón de su talento, que resultó un fiasco tanto para la franquicia como para él. Tampoco aceptó no salir de inicio y montó la enésima rabieta que dio lugar a su salida defintiva. En ese momento se cruzó en su camino la necesidad de New York de llenar su pabellón, que unido a los apoyos vía prensa y de ciertos grupos de presión, conjugaron un intento de acceder a los vestuarios de local del Madison. Demostrado ha quedado que los pasillos de la histórica cancha no le quieren de forma permanente.

Ahora llega su inminente vuelta a la actividad en el sitio donde comenzó todo. Philadelphia le quiere y le ofrece cobijo. Aceptará solamente si le espera un puesto en el quinteto. Quizá los desesperados Sixers puedan recoger el resto de zumo que le queda a una fruta madura, el rendimiento residual de un chico que no quiso crecer.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Justicia y orgullo

La noche del draft se convirtió en una auténtica pesadilla para Brandon Jennings. Las previsiones de la última semana le otorgaban un número bastante más de lo que reflejaban justo un año antes. Él mismo esperaba que esa teoría no se cumpliese.

Conforme se iban dando a conocer las elecciones, la frustración se apoderó del chico. Tres bases como Tyreke Evans, Ricky Rubio y Jonny Flynn le adelantaban a toda velocidad por izquierda y derecha. Incluso en Stephen Curry, número siete, se está asomando un base potencial. Brandon tuvo que esperar a la décima elección para poder saludar a David Stern.

En los días previos estuvo BJ intentando dinamitar a su manera la elección de Ricky, rival por un puesto de privilegio en el draft y antiguo compañero de andanzas baloncestísticas en Europa. Dudaba del potencial del español para ofrecer en la NBA todo lo que el colorín y el destello mediático apuntaban. Reconoció que se equivocó y pidió disculpas por su comportamiento.

Lo cierto es que Ricky todavía tiene que demostrar una elección tan alta. A Rubio le soplará el viento en contra cuando decida incorporarse a Minnesota o al equipo que aguarde con paciencia su llegada. Tendrá que luchar Ricky contra el mismo recelo que despertaba Jennings hace unos meses.

Muchos ahora se pueden sorprender del importante papel del jugador de los Bucks, con un impacto más allá de la mera estadísitica. Si mantiene una velocidad de crucero no habrá rookie que le tosa, salvo que el "salvador" Blake Griffin saque a sus Clippers de la penumbra. Simplemente habría que echar la vista atrás para evaluar la repercusión que tendría Brandon en la NBA. La hemeroteca nunca falla. Muchas palabras bonitas para incidir en el perfecto encaje en el estrellato.

Hay una serie de factores a analizar para no quedarse en la superficie del "asunto Jennings". Se le odia por irse a Europa y convertirse en profesional para huir de un cuarto examen de acceso a la Universidad. El cambio de la normativa ahora no permite pasar directamente del Instituto a la NBA, obligando a pasar por el filtro universitario al menos un año. Modificación en las reglas para evitar un éxodo temprano de jugadores bisoños y con al menos una hora de cocción por delante.
Penalizada su opción europea, a Jennings sólo le quedó aguardar recogido en Roma a que pasase una temporada finalizada sin brillo alguno. Vio mundo, la profunda Europa, probó la mejor pasta y dio clases más o menos eficaces de italiano. Todo ello formará parte de su equipaje cultural avanzando un puntito en su madurez.

Otra clave en esta historia es la interrogante que se plantea sobre el sistema educativo estadounidense, que premia con becas a los deportistas más sobresalientes que no son seducidos por el estudio y a los que tampoco se les supervisa su aprendizaje. Brandon Jennings falló hasta en tres ocasiones su examen de acceso a la Universidad. Alguien debería hacérselo mirar.
Mientras tanto, para el orgulloso Jennings se hace justicia.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Nuevos bríos

Pau vive ajeno a las críticas, a las que vienen de dentro del propio equipo y a las expresadas malintencionadamente por un rancio sector de la prensa yanki. Regresa como si nada y se mete en dobles dígitos y aporta al equipo la fuerza que necesitaba desde el poste.

Los tiempos en las lesiones son lentos en la NBA. Nada que ver con otros deportes, especialmente el fútbol, donde la premisa es adelantar los plazos de recuperación. El ejemplo lo tenemos por ejemplo en el "warrior" Azubuike. Ni a los médicos ni a él se le pasa por la cabeza el retornar a la competición esta temporada. Se despide hasta el curso que viene y a volver sano. Y punto.

Exhibe Gasol poder con siete rebotes ofensivos y destroza al hijo de Yannick Noah. Tampoco se esperaba al de Sant Boi esta madrugada, pero hizo su trabajo. Tiró de oficio y eso le bastó.
Se coloca en la línea marcada por su hermano Marc, que este año se reivindica como un valor seguro, y elemento esencial en los egoístas grizzlies. El rendimiento del pequeño de los Gasol incluso está provocando una sensible reducción de tiros en la cuenta de Mayo y Gay. Cierto es que la presencia de Randolph limita el acceso a la canasta del dúo, pero también debe tenerse en cuenta que Marc ofrece una buena referencia en el esquema de ataque. Es sólido en su juego y eficaz en su faceta ofensiva, aprovechando los ocho o nueve tiros que se le conceden.

El aprendizaje de Marc corre por derroteros diferentes a los experimentaos por Pau, que surgió desde el primer momento como estrella emergente. MG aparece de entre las sombras para establecer un protagonismo creciente y con un desarrollo sin límite.

De momento hay una circunstancia que difiere en el bagaje Gasol. Mientras que quince puntos de Pau casi garantizan una victoria, veinte puntos de Marc todavía son escasos para sacar a sus Grizzlies de su peligrosa senda.