sábado, 15 de agosto de 2009

El guerrero

Del Showtime de los 80 los focos siempre se rescataban las figuras de "Magic" o Jabbar, las serpenteantes entradas a canasta de Worthy o los ataques electrizantes capitaneados magistralmente por Johnson. Pero el engranaje colectivo de la maquinaria laker encontraba el equilibrio al vendaval ofensivo en una cuidada defensa de Michael Cooper y a fortaleza de jugadores como Kurt Rambis.
Rambis, un tipo con pinta de empollón, de matemático musculado, un gafa-pasta con brazos fuertes después de unas sesiones de gimnasio, un Ned Flanders de carne y hueso.

Ahora que tanto se habla de jugadores que pueden abandondar la NBA para jugar en Grecia, podemos recordar que Rambis se estrenó como profesional precisamente allí. El AEK de Atenas le dio cobijo una temporada antes de enrolarse en los Lakers. En el país heleno adquirió seguridad y espíritu competitivo.

Nunca fue un anotador, pero no le hizo falta encestar. No estaba llamado a hacer dobles dígitos en su faceta de cara a canasta. Guerrero, luchador, defensor y peleón. Así, bregando debajo de canasta contra jugadores de talento ofensivo, se ganó una fama que le acompañó en toda su carrera.

Su buen cartel le propició equipos hasta que decidió colgar las botas. Cuando sus minutos en cancha se recortaron drásticamente en beneficio de un fibroso A.C. Green, se le procuró una salida digna, embarcándole vía traspaso rumbo a Charlotte. Con los Hornets elevó su frecuencia de tiros, superando los 11 puntos y llegando casi a los diez rebotes por partido. Esa fue su mejor época en cuando a participación en el esquema de ataque, aunque sus días más gloriosos los vivió como laker.
Se retiró una vez que obtuvo la redención moral tras una aciaga travesía con su vuelta a Los Angeles.

Una vez que decidió que su etapa como jugador había tocado a su fin, comenzó su periplo como entrenador asistente a la sombra casi siempre de Phil Jackson. Se afeitó su famoso mostacho luciendo bronceado de playas de Malibú, nada que ver con su imagen guerrillera en la cancha.

Quemando etapas ahora le llega el turno como entrenador jefe, al frente de un temerario proyecto en Minnesota. Quién sabe si Rambis será el primer "coach" de Ricky en la NBA. Suerte, Kurt.

martes, 4 de agosto de 2009

Buscando un guía

En Nueva York continúan debatiendo la conveniencia de hacerse con un buen proyecto de futuro como Sessions o probar a algún veterano que extienda el esquema ofensivo de D´Antoni en la cancha.
El todavía base de los Bucks se deja querer ante la perspectiva de engrosar la plantilla de un glorioso equipo. Sólo alguien que haya tenido la oportunidad de pasearse por los vestuarios del Madison Square Garden puede capturar en su retina, y en su alma, los cautivadores capítulos de la historia del baloncesto que retienen sus paredes llenas de recuerdos. Sessions quiere formar parte del mural plagado de estrellas del ayer.
Hoy lamentablemente el corazón de NY está herido y blanquecino por la llegada constante de jugadores anchos en su ego y cuenta corriente.

Se había colado estos días el nombre de Prigioni en mitad de la vorágine de búsqueda. No hubiese sido un mal fichaje sin duda. Se debe felicitar a Maceiras por el formidable trabajo que está haciendo al frente del nuevo Real Madrid. Fallará Ricky, pero los aficionados blancos tendrán que estar tremendamente orgullosos de la futura configuración del equipo con jugadores de primera línea.


Volviendo al asunto que nos trae, aparece entre toda esta maraña informativa el regreso de Jason Williams. "Chocolate blanco" pudo ser y no fue, se quedó a las puertas del escenario reservado a los mejores. Hay personas a los que la cabeza no les acompaña cuando más la necesitan, y quién sabe si los pájaros de su testa no echaron a volar en el momento oportuno y se construyeron chalet con piscina para quedarse a perpetuidad.


El caso es que quiere volver. Ya lo intentó en febrero, pero fue vetado por la liga. Los problemas que ocasionaron su retirada parece que ya desaparecieron. No obstante, sería buen equipo para el retorno. Y ojo, que los Grizzlies también tantean su vuelta. No fue precisamente un aliado del mayor de los Gasol.

sábado, 25 de julio de 2009

Un base para los Knicks

Confirmado el acuerdo de Andre Miller con los Blazers, el escenario se presenta bastante abierto para el encaje de bases en los huecos que todavía quedan por cubrir.
Parece que los Knicks hacen de la angustia una virtud. Donnie Walsh ha trabajado siempre muy bien en la sombra, y su fama de constructor de equipos la tiene por algo. En Nueva York las opciones para reemplazar a Duhon en el timón están adquiriendo un rumbo sorprendente. Los tentáculos de los Knicks llegan hasta España. Entra en escena Prigioni. Un base que sin duda responde a lo que quiere D´Antoni. Alguien que proporcione balones en buenas condiciones a sus tiradores, que pueda conectar con la zona interior y que resuelva en el momento adecuado. La veteranía en este caso es un grado. Los años de responsabilidad en Vitoria le dan ese plus del que también se aprovechó José Calderón.

Tenida en cuenta la opción "europea", Walsh maneja otras alternativas como Ramon Sessions, base en auge después de una buena temporada, o incluso Jamaal Tinsley. En este último caso se debe tener en cuenta que Walsh escogió a Tinsley para los Pacers en una elección discutida en su momento. La polémica rodea a Jamaal hace años y le condenó a una situación incómoda en la franquicia. Finalmente se ha encontrado una salida negociada y es libre de buscar equipo. No creo que sea la mejor selección para hacerse cargo de una franquicia como la de la NY, que necesita un tipo de base tranquilo para el que los devaneos fuera de la cancha se reduzcan a alguna discusión por el cambio en la tienda de comestibles.

No me olvido de la posible maniobra que implicaría a Clippers en un traspaso a dos o tres bandas en el caso de que firmen a Iverson. Precisamente A.I. no sería nada bueno para los intereses de los Knicks.

jueves, 23 de julio de 2009

La decisión de Andre

Ser un buen base en la NBA puede resultar un "rara avis" por la cantidad de jugadores de clase baja que han ido poblando durante los últimos años las canchas. Jugadores algunos de ellos que tampoco llegaron a dar el nivel en Europa, y a los que el caprichoso destino les colocó en una situación inmejorable.

Por esa razón el puesto de "playmaker" ha adquirido un rango de preferencia en la liga. Tiempo le ha costado, pero Calderón ya ha entrado en el grupo de los importantes. Por su visión de juego, por su poco egoísmo en pista, por su compañerismo, por su récord de tiros libres y sobre todo por su ratio asistencias-pérdidas. En los Estados Unidos adoran las estadísticas tanto o más que el papel sobre el que se escriben. Si no hay un apartado que analice un aspecto del juego, lo crean.

Hay cierto movimiento interesante que no se había visto últimamente entorno al puesto de base. Kevin Pritchard se ha dado cuenta de que sus Blazers sufren al no contar con un "1" en condiciones. Ya ha sido ampliamente comentada por aquí la ineficacia de un tirador como Steve Blake al mando de una máquina hecha para correr y lanzar a canasta como Portland. Siempre a salvo claro del antojo del entrenador McMillan. Se necesita a alguien que pueda dirigir en momentos de caraja mental, que tenga el aplomo de calmar la inquietud anotadora de ciertos jugadores y de lanzar el contraataque cuando haga falta. Y el GM de los Blazers ha puesto sus miras en Andre Miller, un base veterano y contrastado que desea iniciar una nueva y ¿última? etapa fuera del fiasco de Philadelphia. Miller, base que defiende, asiste y puede correr si sus piernas están bien. Desde sus lejanos años universitarios ha ido mejorando con creces el tiro, y la NBA le ha dado cierto aplomo. Justo lo que Portland necesita.

Pero el equipo de Rudy no es el único que busca a Miller. Se ha despertado un inusitado interés en Nueva York. A D´Antoni la experiencia con Duhon no le ha gustado nada, y sondea el mercado para echarle el lazo a un buen base. El asunto es entre Miller o Sessions se dice. Veterano contra bisoño. La pelota ha llegado a la azotea de Andre, que se encuentra en disposición de escoger qué vista quiere tener desde su casa esta temporada: los bosques de Oregón o el Empire State Building.

miércoles, 22 de julio de 2009

La respuesta de A.I.

Nadie salvo los más próximos en el entorno de Allen Iverson sabe qué le pasa por la cabeza en este momento. Después de una temporada para condenar a la más absoluta soledad, A.I quiere recuperar su status de gran estrella allí donde le garanticen carta blanca. Primero hay que quererle tal y como es, porque Iverson es como un jovencillo rebelde. Se sabe cuándo se va, pero no cuando vuelve. Se puede presentar en cualquier momento a la hora de cenar, y luego desaparece durante días.

No dudo del valor que su entrega en la cancha ha dado a la liga, ni pongo en duda su potencial actual, aunque es un hecho que sus mejores noches ya pasaron. El título NBA merece un sacrificio mayor que subastar al mejor postor tus próximos 82 partidos. Ese sueño pasa por una rebaja sustancial de las pretensiones económicas y de la aceptación de un rol no acorde con la media estadística de la carrera profesional. El primer punto parece asumible por Iverson, pero el segundo está bastante lejos de convertirse en realidad.

Otra pregunta que uno debe hacerse es el porqué en los Clippers hacen acopio de bases. Baron Davis, Eric Gordon, Sebastian Telfair y ¿Allen Iverson? La temporada como rookie de Gordon ha sido algo más que prometedora, por lo que se me antoja difícil que sea carne de traspaso. Baron es un seguro si tiene las piernas libres de lesiones. ¿Dónde encaja Iverson en todo este tinglado? Opiniones hay muchas. Marc Spein apunta en su artículo en ESPN a una sencilla maniobra publicitaria para vender más entradas. Así de fácil.

Con un equipo tan joven e inmaduro, que además cuenta con Blake Griffin, me inclino a pensar en un traspaso que involucre a algún jugador curtido. Sólo si llega Iverson, claro. De momento los Clippers han realizado su jugada maestra desprendiéndose de Zach Randolph, con un contrato tan pesado como su historial de problemas extradeportivos. En otro momento habrá que hablar del impacto de Randolph en Memphis. Pero eso es otro cuento que se escribirá pronto. Ahora lo que esperamos es la respuesta a la incógnita de A.I.

lunes, 20 de julio de 2009

Ansiedad

El verano se puede decir que es el "free-agency time". El agente libre acecha en la sombra al asalto del mejor contrato. Como en casi todo en la vida, alguien colocó una etiqueta para diferenciar a los agentes libres, el restringido y el que no tiene restricciones. En la primera de los situaciones se encontraba por ejemplo Millsap, que estaba a punto de estampar su firma por los Blazers. Finalmente su equipo, los Jazz, decidió ejecutar su derecho a igualar la mejor oferta y consiguió la permanencia de uno de sus bastiones de cara al futuro. El portazo todavía resuena con fuerza en los oídos de Kevin Pritchard, que se afana en buscar en el mercado una solución para la descompensada línea interior de la franquicia de Oregón.

El caso Odom no se resolverá de forma inmediata. De las declaraciones de unos y de otros se desprende el interés de Lamar en permanecer en el defensor del título. Tras la supuesta metedura de pata de su agente, ahora toca hacer "ojitos" para un feliz retorno. Si falla la pose, le esperan en Dallas y Miami con los brazos abiertos, un jugoso cheque y un refresco de mango en la mano.

Ante la falta de nombres de auténtica primera línea en liza, la expectación la viene a generar una familia de ricos griegos con un montón de billetes verdes. Después de "tocar" a Nate Robinson, Olympiakos ahora parece que desvía su interés hacia Linas Kleiza. Verdad o no, el nombre del equipo griego suena en los Estados Unidos y extiende entre los jugadores de perfil medio-bajo la imagen de una oportunidad de hacerse con un buen montón de dinero ejerciendo de estrella en Europa.

Pero también el mercado se mueve para los entrenadores. Después de un par de proyectos NBA fallidos, Eric Musselman ha aceptado la propuesta que le llega desde Rusia. De la experiencia europea se pueden sacar enriquecedoras enseñanzas. Seguro que le resultará extraño al buen hombre el recibimiento que se dispensa en ciertas canchas griegas y serbias. Eric, no todo es el olor a alitas de pollo, cheerleaders y los polvos de talco lanzados por Lebron James.

Y mientras los agentes libres buscan su futuro estos días en las ligas de verano, emisarios enviados en misión de reconocimiento con precontratos tipo, intentan cazar las mejores piezas de unos campeonatos que según la tipología del jugador son vistos como partidos de pretemporada, de vuelta a la actividad, de buscavidas o salvavidas.

domingo, 19 de julio de 2009

Locura de dinero

Se especula estos días con la posibilidad de que Nate Robinson se mude a Europa por un módico precio que asciende a 10 millones de dólares en un contrato de dos años de duración. El pequeño base no puede aspirar a firmar un contrato de esa magnitud en su país, y la oferta le hace los ojos chiribitas.
Un fichaje mediático y de calidad. La repercusión de su victoria en el último concurso de mates ha llegado bastante lejos. A pesar de que el Fin de Semana de las Estrellas abandonó hace años la excelencia deportiva por una pose más propia del "show-business", las televisiones de todo el mundo se siguen acreditando y los niveles de audiencia alcanzan cotas reseñables.

Los hermanos Angelopoulos resquebrajaron conciencias en los Estados Unidos justo hace un año con el fichaje de un jugador de talento acuoso como Josh Childress, que no rentabilizó ni de lejos el esfuerzo económico que los acaudalados griegos hicieron por él. Childress como agente libre era apetecible para cubrir un roster como sexto o séptimo hombre. El caso de Robinson es distinto. Childress destacó por su peinado retro y alguna que otra demostración de elasticidad. Nate podría ser titular en un puñado de equipos NBA, ha tenido excelentes actuaciones combinadas de puntos y asistencias, y es un tipo muy conocido en todas las canchas. Ofrece algo más que plasticidad en el salto y guiños a la cámara. Olympiakos tampoco pudo dar el salto de calidad con Josh Childress.

Se vuelve a abrir el tarro de las hipótesis. ¿Un buen contrato en Europa es un paso atrás? ¿Una verdadera estrella aceptaría bajarse en marcha del tren NBA? Hablamos en todo caso de dos jugadores que ocuparon en su carrera profesional una plaza en el banquillo. La realidad es ésa y no otra. Robinson tiene cualidades y trazas de titular, pero en sus años con los mayores por diversos motivos ningún entrenador le ha dado su plena confianza.

Si Nate se va, muchos le echarán de menos. A Childress pocos le recuerdan ya.