Por esa razón el puesto de "playmaker" ha adquirido un rango de preferencia en la liga. Tiempo le ha costado, pero Calderón ya ha entrado en el grupo de los importantes. Por su visión de juego, por su poco egoísmo en pista, por su compañerismo, por su récord de tiros libres y sobre todo por su ratio asistencias-pérdidas. En los Estados Unidos adoran las estadísticas tanto o más que el papel sobre el que se escriben. Si no hay un apartado que analice un aspecto del juego, lo crean.
Hay cierto movimiento interesante que no se había visto últimamente entorno al puesto de base. Kevin Pritchard se ha dado cuenta de que sus Blazers sufren al no contar con un "1" en condiciones. Ya ha sido ampliamente comentada por aquí la ineficacia de un tirador como Steve Blake al mando de una máquina hecha para correr y lanzar a canasta como Portland. Siempre a salvo claro del antojo del entrenador McMillan. Se necesita a alguien que pueda dirigir en momentos de caraja mental, que tenga el aplomo de calmar la inquietud anotadora de ciertos jugadores y de lanzar el contraataque cuando haga falta. Y el GM de los Blazers ha puesto sus miras en Andre Miller, un base veterano y contrastado que desea iniciar una nueva y ¿última? etapa fuera del fiasco de Philadelphia. Miller, base que defiende, asiste y puede correr si sus piernas están bien. Desde sus lejanos años universitarios ha ido mejorando con creces el tiro, y la NBA le ha dado cierto aplomo. Justo lo que Portland necesita.
Pero el equipo de Rudy no es el único que busca a Miller. Se ha despertado un inusitado interés en Nueva York. A D´Antoni la experiencia con Duhon no le ha gustado nada, y sondea el mercado para echarle el lazo a un buen base. El asunto es entre Miller o Sessions se dice. Veterano contra bisoño. La pelota ha llegado a la azotea de Andre, que se encuentra en disposición de escoger qué vista quiere tener desde su casa esta temporada: los bosques de Oregón o el Empire State Building.