lunes, 17 de noviembre de 2008

Rumbo a Phoenix


La lesión de José Manuel Calderón ha hecho saltar las alarmas en Toronto. Con su arranque espectacular, el español había recibido todo tipo de parabienes por parte de una crítica estadounidense que ya la temporada pasada comenzó a ver en José a un prospecto digno de all-star. De momento el Fin de Semana de las Estrellas queda lejos, aunque personalmente me alegro mucho de ver tan pronto a Calderón en las quinielas de cara a esa soñada cita. Todo el mundo quiere estar allí. Bueno todos no, Rasheed Wallace dejó patente el año pasado su disgusto por haber sido seleccionado. En lugar de pasar unos días de asueto casero con su familia, tuvo que compartir un poco de sudor envuelto en una parafernalia que aborrece. Así es la NBA, chico. Recibes un buen cheque a final de mes y se espera que respondas a las expectativas deportivas y mediáticas que el gran circo genera.

Lo que está claro es que nos vamos a divertir mucho en los próximos meses con las campañas en favor de ciertos jugadores, que con mayor o menor merecimiento pedirán su inclusión en el plantel. En el "Rookie Challenge" estarán, salvo causa de fuerza mayor, Rudy Fernández y Marc Gasol. Sus actuaciones no están pasando desapercibidas, y con pocos partidos de competición ya han obtenido más de un sobresaliente en su expediente.

No me olvido de Pau. La dinámica ganadora y ascendente de los Lakers redunda en el aumento de sus posibilidades. Ya ha sido all-star, y eso es un factor a tomar en consideración.

Volviendo a José, lo primero es la recuperación de la lesión. Cuenta con la ventaja de que su equipo le necesita más de que al coach Mitchell le gustaría. El recambio es tan atípico como pintoresco: un escolta con cuerpo de base y un prometedor europeo que ha pasado sin pena ni gloria por Barcelona y Roma. Willie Solomon es de esos jugadores que miran el aro antes de buscar una jugada elaborada. Eso funciona en Tel-Aviv, pero en Toronto hay que ofrecer un poquito más, teniendo en cuenta que no se le va a permitir desenfundar demasiado.

La readaptación de estrella a jugador de equipo es complicada. Charlie Bell pasaba por ser conocido en su país como un excelente defensor. Un brillante trabajo anotador en Lugo le proporcionó la oportunidad de volver a su país. Se hizo con un hueco en Milwaukee y ya no tendrá que preocuparse de buscarse las habichuelas en Europa. Solomon debe aferrarse a esta oportunidad como hizo en su momento también Darrell Armstrong, que maravilló en Orense antes de hacerse con un nombre en la NBA.

La obligación del croata Ukic es entrenar mucho, ganar músculo y ver desde el banquillo cómo se juega a ésto. No obstante, la privilegiada posición de Calderón es un arma de doble filo, ya que su descanso será medido, y la carga de partidos puede hacer mella en el coloso extremeño. Sin competencia y con un juego en el que ya es artista principal puede ganarse por derecho propio su billete a Phoenix.

domingo, 16 de noviembre de 2008

El dúo de Memphis

Una noche de baloncesto cualquiera en el FedEx Forum de Memphis. En la ronda de calentamiento los mocetones de Memphis se afanan en terminar de estirar los músculos y de intentar un puñado de tiros a canasta. A casi todos les preocupa el porcentaje de acierto. Una serie encadenada de fallos pueden revertir su moral previa al partido. Sin embargo observamos cierta apatía en dos de ellos. El asunto de los tiros parece que no les importa demasiado. A fin de cuentas, tienen vía libre para tirarse las zapatillas si es preciso. Echándole un vistazo a la ficha del partido a su conclusión, Rudy Gay y O.J. Mayo son los autores de más de la mitad del total de lanzamientos del equipo. Lógicamente han sido los máximos anotadores de los Grizzlies, que añaden una derrota más a su casillero.

No hay duda a la hora de resolver un ataque en Memphis, porque tanto Gay como Mayo mirarán al aro antes de intentar la alternativa del compañero mejor dispuesto. Mal asunto. Queda bastante claro que Marc Gasol tiene que zafarse como pueda y ganarse sus opciones ofensivas por su cuenta. Es ley de vida en este territorio. No baja los brazos y se empeña en arrastrar a su equipo con su energía, al contrario que sus pseudo-compañeros.

Mayo tiene un objetivo ineludible que no es otro que el convertirse en el "rookie del año" y pasear el trofeo por delante de aquéllos que dudaron de sus cualidades para el baloncesto de alto nivel. En el caso de Gay, simplemente se trata de una cuestión de galones. Desde la marcha de Pau es el "macho alfa" de la franquicia. Temeroso de que el novato haga que se cuestione su liderazgo, debe marcar su zona y delimitar el espacio del aspirante.

El mayor perjudicado de esta lucha de egos es el propio equipo y sobre todo el entrenador. Iavaroni se las prometía muy felices cuando fue aupado al puesto de técnico principal después de que la insistente rumorología le colocase entre los más deseados. Se suponía que iba a ofrecer un juego vistoso como el de su mentor D´Antoni, pero de ese juego preciosista lo único que vemos es el balón anaranjado. Una vez que ha salido de la sombra, no ha sabido inculcar esos valores a sus chicos. Es cierto que no cuenta con una plantilla experimentada, pero talento no falta en ese vestuario. Sabiendo de antemano que es improbable que superen las 20 victorias, hay que procurar un buen espectáculo que proporcione unas entradas aceptables en el pabellón. Si pierdes y encima no ofreces un aliciente a la grada, el público huirá despavorido. Ya en la temporada pasada la buena gente de Memphis llenó la cancha del equipo de baloncesto univesitario y dejó de lado a los "mayores".

El crédito del entrenador es limitado, y Iavaroni lo fía mal si deja su futuro en manos de dos jugadores egoístas. Entre tanto, Marc Gasol sigue creciendo. Mientras los otros dos se reparten el protagonismo, el español se hace con las golosas migajas. Ha demostrado que puede sobrevivir muy bien con lo justo.

sábado, 15 de noviembre de 2008

El ocaso

Siempre hay un momento en el que todo termina. Mark Cuban se las prometía muy felices cuando soltó su buen fajo de billetes para adquirir una franquicia histórica. Los Mavericks encadenaron unas cuantas temporadas de verdadero mérito comandados por el alemán Dirk Nowitzki. Fueron aspirantes al título por méritos propios, y unas cuantas transacciones bien hechas conformaron un equipo competente. La serie final contra los Heat fue un punto de inflexión en el devenir de Dallas. Fallaron con todo a su favor y la deshonrosa derrota a las primeras de cambio en el curso siguiente a cargo de los Warriors colapsó los cimientos de la aparentemente sólida estructura de los de Texas.

En el momento actual nos encontramos con figuras venidas a menos, veteranos con una actitud sospechosamente displicente y un olor a rancio que se percibe a kilómetros de distancia. El cambio de entrenador tampoco supone un vuelco ni en motivación ni en juego. Rick Carlisle parte de la premisa de construir desde atrás, pero el juego adolece de la alegría que el alemán Nowitzki necesita. También es cierto que la suma de derrotas decrece el interés de unos jugadores curtidos y para los que sus mejores años ya han quedado atrás.

Quizá sea conveniente pensar en la temible "reconstrucción". Si aprovechan el cartel que todavía tienen Nowitzki, Jason Terry o incluso Dampier, pueden sacar bastante tajada en el mercado. En el caso de que esperen a la caída en barrena de sus estrellas, entonces pocó habrá que rascar. Un traspaso a tiempo vale su peso en oro, y los años de espera se verán reducidos considerablemente. Salvo en el celebrado "trade" de Gasol a los Lakers, nadie en esta liga regala nada. Cuanto más se tarde en mover pieza, peor les irán las cosas.

Ya nadie habla de las locuras de Cuban, de sus famosas protestas a los árbitros ni de sus cuantiosas multas. La diligencia ha dejado de pasar por Dallas, ya que los pistoleros han desviado su rumbo. Esta vez el Séptimo de Caballería no irá al rescate.

jueves, 13 de noviembre de 2008

El espíritu de la contradicción

Desconcertante. A medida que la temporada avanza, el rol de Sergio Rodríguez en Portland ha cambiado con respecto a los primeros partidos. Pero no ha seguido una evolución lineal ni mucho menos. Sergio y su entorno canalizaron a través de su agente el primer paso de un plan diseñado para buscar una salida al jugador canario. Opciones hay tantas como franquicias en la NBA, aunque es cierto que puede haber destinos bastante apetecibles. De lo que se trata es de conseguir minutos, por lo que el hecho de que sea un equipo perdedor no debe importar lo más mínimo. Ahora mismo se debe valorar si las capacidades de Sergio son lo suficientemente conocidas. En estos tres años ha habido momentos realmente buenos, y los "highlights" llegan a todas partes. Incluso los general manager de los equipos pueden haberlos visto. El problema es que las piezas encajen. El sueldo de Sergio no permite hacer un cambio de cromos por un jugador de impacto.

Estaba pensando en un destino inmejorable como los Grizzlies, convertidos en un auténtico solar. Sin embargo Memphis poco pueden ofrecer a los Blazers. Conley no funciona como director de juego, pero su salario casi triplica al del español. Habría que "tocar" más jugadores, y no creo que los de Oregón estén dispuestos a desmantelar su prometedor roster para encontrarle acomodo a Sergio.

En Washington seguro que le recibirían con los brazos abiertos. Teniendo en cuenta que el puesto de base lo tienen aceptablemente cubierto en Portland, un jugador que encajaría bien sería Oleksiy Pecherov. Es conocido el tradicional gusto de los Blazers por los jugadores rusos, y en este caso se trata de un jugador alto para dotar de alternativas al puesto de 3/4. Los salarios se amoldan y el intercambio por lo tanto sería fácil. Los Wizards tampoco creo que le echasen de menos, y sinceramente Sergio les vendría de perlas. Aquí queda la propuesta. Lo primero es que Pritchard en los despachos y McMillan en el banquillo se pongan de acuerdo, porque está visto que caminan por sendas diferentes. Las zapatillas de la apuesta de este año, Bayless, todavía huelen a nuevo.

Profundizando un poco más en lo que respecta a Portland, miedo le tengo a la lucha de egos que emergerá más pronto que tarde. El escenario actual se presenta complicado. La temprana eclosión de Rudy ha sorprendido a muchos, incluso al propio McMillan. El mallorquín es un luchador infatigable, un tirador fiable y un jugador de equipo, y su esfuerzo en beneficio del colectivo le ha proporcionado minutos de calidad muy a pesar del empeño de algún compañero. El buen hacer del recién llegado ha despertado el recelo de la gran estrella. Brandon Roy, todo un all-star, ve cómo pierde protagonismo y ha asumido una de las peores tradiciones casi extintas entre las estrellas de la NBA: el boicot al novato. En un momento histórico formó parte del aprendizaje del jugador de primer año, y con el paso de los años quedó reducido a la nada, en parte por la llegada de extranjeros experimentados o de talentos rápidamente explotados. Rudy tendrá que lidiar con esta circunstancia, aunque le veo capaz de superar con creces la maliciosa determinación de Roy y compañía. De momento lo positivo de todo es que McMillan le da minutos y le otorga protagonismo, pero las aguas bajan revueltas. Como el bueno de Nate no sepa controlar los impulsos de sus jóvenes estrellas, se avecina una diáspora de proporciones incalculables. Es en estos momentos en los que se aprecia la verdadera valía del técnico. Le han puesto encima de la mesa un proyecto a varios años vista, con una plantilla joven y talentosa. Salvo pequeños detalles tiene muy buena pinta, a no ser que termine por romperlo. Se avecina un tiempo de cambio, con Sergio pidiendo el traspaso. Lo que es difícilmente entendible es que después de la petición pública, esté jugando más que antes. O el razonamiento de McMillan obedece a la lógica de darle confianza, o simplemente es que no sabe lo que está haciendo. Ojalá lo sepa.

lunes, 10 de noviembre de 2008

El valor de Garbo

La oportunidad se busca y a veces se encuentra. Jorge Garbajosa es un jugador hecho a sí mismo. Pulido en la cantera vitoriana, el éxito no acompañó al talento que atesoraba ya en su etapa juvenil. Tardó en explotar más de lo que sus técnicos habían previsto. Agerrido, fuerte y sobrio en la pintura, fue perfeccionando en Italia un aceptable tiro exterior que con el paso del tiempo se ha convertido en una de sus principales armas. Lamentablemente ha sido su única arma en su aventura americana. No llegó a ser exactamente un "especialista" pero su repertorio se quedaba un poco corto. Imagino que el propio Jorge fue el primero en intentar desplegar su juego ofensivo completo, y sólo su reputada profesionalidad le hizo acatar las más que discutibles decisiones de un técnico del montón. Porque Garbajosa, "Garbo", posee más valor que cualquiera de los jovencitos musculados que cazan 20 minutos en las canchas de la NBA. El concepto como jugador de Jorge incluye defensa, rebote, brega en el poste y tiro exterior. Se ha ido alejando de la canasta con los años, aunque no ha perdido fuerza debajo del aro. Esos mismos jovencitos de los que hablo carecen de un valor que yo llamo "no surrender". Garbajosa no se rinde, no da un balón por perdido y no deja en la estacada a su equipo. Y ahí precisamente es donde reside el principio del fin de su etapa en la NBA.

Jorge quiso ser fiel a la selección. Aquella fatídica noche en Boston se rompió algo más que su tobillo, se empezó a resquebrajar su sueño. La mentalidad americana es muy diferente a la nuestra, y eso hay que entenderlo. Pagan mucho dinero y esperan recibir una completa dedicación. Los jugadores europeos siempre han tenido bastantes problemas para justificar su participación en las competiciones con la selección de su país. La temporada es larga y el descanso es necesario para refrescar la mente y las piernas. En los últimos años ha habido un hecho clave que ha favorecido en gran medida a jugadores como Pau. El combinado estadounidense empezaba a arrancar carcajadas entre sus conciudadanos, y éso es algo que no podían prolongar en el tiempo. Si Kobe, Lebron o Wade juegan las Olimpiadas, ¿cómo le vas a decir a Gasol que no puede jugar? Otra cosa bien distinta es que sea el propio jugador, bien por salud o por otro tipo de intereses, sea el que tome la decisión de no ir.

En una lesión como la de Jorge, en la NBA siempre son muy cautelosos. Se apoya al jugador en todo el periodo de tratamiento, se le da tranquilidad y se espera siempre al final de la recuperación. Tomemos como ejemplo el caso de Shaun Livingston. En cuanto se destroza la rodilla y se plantea una larguísima convalencencia, en ningún momento "cortan" al jugador pese a que su contrato vence meses después de su recuperación. No se le presiona ni se fuerza su puesta a punto. Una vez que se recupera, en los Clippers se valora la posibilidad de renovarlo. Se le mira con lupa y se le deja ir. Es la vida del jugador NBA, un día estás en Orlando y al siguiente estás en Utah. Los Clippers se hacen cargo de la recuperación y cuando está listo le descartan. No se tiene en cuenta el valor moral, sólo el empresarial. Livingston no interesa y punto. Tampoco tiene problemas para encontrar equipo.

Garbajosa se lesiona de gravedad. En Toronto se le dan todo tipo de facilidades para la rehabilitación, lógico por otro lado, y el equipo médico no quiere aventurarse a ofrecer una fecha para su regreso. Pero hay un problema: el Eurobasket. Los Raptors consideran que es muy aventurado prestar a su jugador para tan exigente evento, y presionan a Jorge para que renuncie. Garbajosa tiene una determinación absoluta para unirse con sus compañeros "incluso cojo", y entonces es cuando entra en conflicto con su equipo. Me parece estupendo que un jugador de la élite quiera representar a su país, pero a fin de cuentas quien le paga su suculento contrato también tiene derecho a decidir. En una liga en la que el deportista es una "mercancía" que pueden traspasar a su conveniencia, es complicado hacerse valer. Para eso tienes que apellidarte Jordan, Bryant o James.

Los grandes clubes de fútbol europeo quieren que las Federaciones nacionales les compensen por ceder a sus jugadores. Si el señor Laporta quiere hacerlo y nadie se rasga las vestiduras, ¿por qué nos llevamos las manos a la cabeza cuando en Toronto exigen un seguro que cubra el contrato de Garbajosa? Habría que pensar en ello.

Uno toma sus propias decisiones, y cuando uno decide enfrentarse al equipo que le paga, las consecuencias están claras. Jorge ahora es feliz en Rusia, y los Raptors no han conseguido cubrir su hueco con garantías.

sábado, 8 de noviembre de 2008

El éxodo

El tiempo pone a cada uno en su sitio. Durante el periodo estival un alma maliciosa ha querido vender una supuesta fuga de talentos a las ligas europeas. Todo mentira. Los intereses de los agentes de los jugadores, ávidos de obtener nuevos jugosos contratos para sus representados, han generado una burbuja ficticia. Es algo que nos suena de la situación económica mundial. Pero lejos de factores macroeconómicos y de razonamientos consistentes con origen en la masa gris de algún iluminado, la explicación es fácil: no se pueden pagar 20 millones de dólares por un jugador que no ha demostrado nada. Así de sencillo. Si el que viene es Lebron James habrá que reservar una partida en los Presupuestos Generales del Estado para pagar su ficha. A Josh Childress hay que darle las gracias por venir, un bocadillo de panceta para que gane algo de peso y un contrato acorde con su valía, que está bastante lejos de llegar a esa cifra. El caso es que entre todos han conseguido engañar a los hermanos Angelopoulos de las bondades deportivas de Childress. Sus cifras en Olympiakos no invitar precisamente a soñar. Josh tiene que estar contento, porque se ha hablado mucho de él en su país antes de embarcar rumbo a Grecia, con lo que algún que otro ojeador le seguirá los pasos. Tendrá trabajo seguro a su vuelta, e incluso la dureza de la competición europea podrá curtirle.

Y en cuanto al resto de la pléyade digamos "huída", no nos engañemos, no encontramos a ninguna súper estrella de la NBA. Juan Carlos Navarro ha tenido que pagar un peaje muy costoso por jugar en los Estados Unidos, Primoz Brezec no deja de ser un jugador alto con un par de buenas temporadas, Bostjan Nachbar nunca fue titular, Victor Khryapa atraviesa una alarmante cuesta abajo, y el argentino Delfino se ha pasado más tiempo en el banco que en la pista. Jorge Garbajosa merece un capítulo aparte, que me apetece abordar más adelante.

Todos estos jugadores han preferido ser cabeza de ratón que cola de león, y aunque el talento en muchos casos está fuera de toda duda, serán más valorados a este lado del charco.

jueves, 6 de noviembre de 2008

El pariente pobre

Una noche Donald Sterling tuvo un sueño. Se veía atravesando las populosas calles de Los Angeles en un autobús descapotado celebrando algo importante. Se despertó sobresaltado y se fue a beber un vaso de agua. Sólo era un sueño.
Al dueño de los Clippers se le ha acusado de dejar a su equipo a la deriva, sin rumbo ni timonel, como esperando a que arribase por si solo a la orilla. Cuando la gran fiesta en el barco se ha llenado de gente, Sterling ha ido tirando por la borda hasta a los del cátering, y el evento se ha quedado vacío. Ha recogido polizones por el camino, pero el nivel fiestero no ha subido un ápice. Ahora no se oye ni la música.

Hace pocos años se había conjuntado un prometedor equipo, con Elton Brand ejerciendo de punta de lanza. Se le había nutrido de un grupo interesante de acompañantes, que aspiraban a "mojarle la oreja" a sus vecinos ricos. Un proyecto serio comandado por Mike Dunleavy y una buena dosis de entusiasmo parecían ser la unión perfecta para pelear en los playoff. Incluso Dunleavy llegó a ser candidato a entrenador del año. ¿Qué fracasó entonces?

Un factor muy a tener en cuenta fue el cansancio de Elgin Baylor, con ganas de hacer la maleta, dejar el despacho e irse a tomar el sol a Florida como un jubilado más. La transición no ha sido buena. Baylor fue el artífice de la reconversión de una franquicia perdedora en un equipo a tener en cuenta. Tuvo que convencer a Sterling para que soltase muchos billetes verdes, única manera de retener a sus figuras. Pero todo toca a su fin. A Brand se le agotó la paciencia y no quiso aceptar la oferta de renovación que le ponían encima de la mesa. La antigua estrella de Duke quería ganar títulos, o al menos avanzar alguna ronda en la segunda fase. El movimiento de respuesta llegó tarde. Cuando se anunció el fichaje de Baron Davis, Brand ya había estampado su firma con los Sixers. Más cerca de casa y con promesa de un futuro mejor.

Una vez que Elgin Baylor consumó su marcha, se han tardado meses en hacer oficial que Dunleavy también se hacía cargo del puesto de general manager. Nunca he sido partidario de que se una la parcela técnica y la ejecutiva. Se necesita la separación de los cargos para que haya una comunicación y entendimiento a la hora de planificar el rumbo del equipo, porque la gestión personal y solitaria no suele dar buenos resultados. Buena suerte, Mike.