jueves, 27 de agosto de 2009

Injusticia deportiva

Un triple a falta de escasos segundos para terminar el partido que reafirma la victoria de España contra una sorprendente Polonia. Un ex NBA es el artífice de la canasta. Un gran jugador al que unas personas con criterios deportivos encerrados en una minúscula cuadrícula cercenaron su ambiciosa apuesta por la gran liga.
Juan Carlos Navarro cedió ante la falta de respuesta a su compromiso por una prometedora carrera en la NBA. La "Bomba" rompió con la plácida vida que le proporcionaba su estancia en su equipo y ciudad de siempre, con la comodidad que la fama reporta a un jugador de baloncesto en un mundo donde sólo cabe el fútbol. Firmó un contrato mínimo en Memphis que no le concedía precisamente una vida de lujo.

La indeleble estructura salarial tampoco permitía a Navarro una buena perspectiva económica en sus primeros años en la liga, teniendo en cuenta además que debía hacer frente a una costosa indemninazión al Barça.

Tuvo que pelear con minutos con jugadores de medio pelo y hasta le hicieron jugar fuera de su puesto natural. Incluso haciendo las labores de un atípico base pudo lucirse. Sólo los grandes son capaces de hacerlo. No encontró el apoyo de sus compañeros a la hora de lograr el récord de triples conseguidos por un novato. Sobreviviendo a su soñada experiencia decidió volver a sus orígenes, a ser cabeza de ratón y a sentirse estrella de nuevo. Nadie puede dudar de su capacidad para jugar con los grandes.

Uno se apena al saber que sombras pegadas a un balón de baloncesto son aceptadas en la vorágine NBA para gozar de una prolífica carrera mientras que verdaderos deportistas con brillo como Navarro se queden fuera por el fatídico concurso de una razón mediática, comercial o inclasificable preferencia técnica.

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