Jamison comprobó con la lesión de su amigo Arenas como el castillo de naipes perfecto que había imaginado en su cabeza se desmoronaba. Había renunciado a cohabitar en un escenario de contendientes al título para aportar su veteranía a un proyecto cimentado en el valor de tres. En el momento en el que una de las patas de la mesa se resquebrajó, el resto no ha sido capaz de levantar el vuelo.
Se ha comprobado que el inmovilismo a veces resulta contraproducente. Nadie en la franquicia ha aprovechado la oportunidad que se lo ponía delante de las narices. El joven Nick Young había despertado muchas expectativas el curso pasado, pero este año se ha visto inmerso en la tónica gris general.
Es muy duro asumir que se tira toda la temporada por la borda incluso antes de que empiece. Tampoco es digerible que los dirigentes hayan permanecido inmóviles a las ventajas que el mercado les podía proporcionar. El resultado es un equipo triste, sin rumbo, que solamente supera a otro equipo que ha cambiado su cara por completo de cara a un futuro incierto como los Kings de Sacramento.
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