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miércoles, 11 de marzo de 2015

El modelo Kentucky Wildcats



De vez en cuando uno profundiza en los nuevos talentos que esperan su sitio en la NBA a través de la cuna de la NCAA. Dentro del actual panorama universitario nos topamos con los irredcutibles mozos de Kentucky Wildcats, que bajo las órdenes de John Calipari, están resolviendo su temporada con el casillero de derrotas a 0, con 31 victorias que les llevan lógicamente a llevarse el título este curso. Han ido minando la moral de los rivales hasta el extremo de endosar tremendas palizas a equipos teóricamente fuertes como UCLA, siguiendo las directrices de ataque enérgico y defensa muscular. El estilo y los resultados de los Wildcats obedecen a un modelo implantado por Calipari a su llegada a la Universidad.

Calipari llegó a Kentucky tras pasarse casi una década dirigiendo a la Memphis con cierto éxito y aportando grandes jugadores a la NBA como Derrick Rose o Tyreke Evans. Ya había estado en primera línea con los grandes, dirigiendo durante cerca de tres temporadas a New Jersey Nets, y permaneciendo algún tiempo más como asistente. Como formador de promesas recién llegadas ideó un modelo que le iba a inspirar en la gestión universitaria posterior. Trataría de reclutar a los jugadores de High School con su fase de maduración aparentemente realizada, aquéllos que de no existir la normativa que impide el salto directo de Instituto a NBA habrían solicitado entrada en el Draft. Deportistas completos con escasa vocación universitaria y con hambre de ser seleccionados a los pocos meses de enseñar su talento.
El prestigio deportivo de Memphis no le permitía un grado de convicción necesario para alcanzar lo deseado, pero con la oferta de Kentucky su proceso tocaría lo diseñado en su cabeza.
La temporada de estreno de John Calipari al frente de los Wildcats, en el curso 2009-2010, vio la irrupción de John Wall, DeMarcus Cousins o Eric Bledsoe, que según el plan únicamente se quedaron ese año. Posteriormente la misma línea han seguido Brandon Knicght, Anthony Davis, Nerlens Noel o Julius Randle, con impactos (salvo los dos últimos) muy importantes en sus respectivos equipos. Talentos por pulir todavía pero joyas en bruto sobre los que la población de "general manager" de la NBA proyectan desarrollar sus franquicias como líderes en cancha.
El modelo de Calipari le está reportando un triunfo personal de valor incalculable, transportando sus principios atléticos a chicos de ida sin vuelta. A los jugadores les beneficia como foco de atención y atracción sobre sus cualidades, haciendo gala de la promesa de una vida mejor y una cartera repleta de billetes. Y en último lugar a la Universidad de Kentucky le otorga una gloria efímera en el paraíso de la Comunicación, un aliciente para futuros candidatos y algo que enseñar a los indecisos a la hora de elegir su centro de estudios universitario. Todos ganan, salvo quizá unos deportistas que no terminan un periodo formativo que puede serles de gran utilidad en el caso de que su carrera se trunque por falta de encaje en el profesionalismo o por una simple e inoportuna lesión.
Es el modelo Calipari.