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miércoles, 17 de junio de 2015

El campeonato de Golden State Warriors



Tengo que reconocer que mi simpatía por Golden State Warriors viene de lejos, desde que entró en casa vía regalo una camiseta con el 17 a la espalda. En aquel momento no sabía absolutamente nada de aquel equipo ni del portador de ese número. Mi tío me explicó que se trataba de Chris Mullin, la estrella de la franquicia de Oakland. Desde entonces una vinculación especial me unió a Mullin y los Warriors, incluido mi corte de pelo de mozo.

Golden State ha tenido cierta mala suerte, contando con uno de los mejores entrenadores que ha dado la historia moderna en la NBA, Don Nelson, que no logró plasmar en títulos todo el buen trabajo que llevó a cabo en equipos con talento pero francamente ególatras. En los Warriors impulsó un estilo alegre y ofensivo que hizo florecer a Tim Hardaway y a Mitch Richmond, que motivó al propio Mullin y sirvió de gran lanzadera para Marciulionis. Con ellos muchos en Europa situaron en el mapa al equipo, del que poco o nada se sabía en la época de Joe Barry Carroll como estandarte.

Equipos meritorios se iban deshaciendo y la dirección deportiva sufrió vaivenes propiciados por la falta de sintonía del proyecto entre el piso noble y la pista. Nelson salió por la puerta de atrás y nunca se encontró un recambio de garantías ni un rumbo definido. Parecía condenado el equipo de la Bahía a permanecer en la mediocridad. Ni Twardzik primero ni St. Jean después fueron certeros en elecciones del Draft, y el sobrecoste de la plantilla con jugadores de segunda fila lastraba el futuro de la franquicia. La retirada del legendario Mullin le aguardaba un puesto directivo y con su sabia nueva y gente muy próxima a la casa parecía que los brotes verdes aparecerían, aunque las lesiones y situaciones inesperadas de gestión de plantilla dejaron a las puertas del éxito su proyecto.

En época presente se apostó por retirar veteranos del proyecto y bajar la media de edad de forma casi irreverente. Un antiguo referente de la liga como jugador y ahora brillante comentarista de televisión, Mark Jackson, era el elegido para reconducir todo el talento a objetivos muy ambiciosos, y aunque su única temporada al frente del equipo fue más que meritoria, la falta de conexión entre el coach y jugadores y directivos propició su salida. Entonces las miradas se centraron en Steve Kerr, deseado por una decena de franquicias para su estreno como entrenador jefe. A Kerr le gustó la frescura de Golden State y vio cosas altamente interesantes que le hicieron decantarse por la oferta de los Warriors. El inicio del presente curso despertó admiración, y enseguida se consideró a su róster como contendiente al título. Las etapas se fueron quemando y Curry hizo palidecer al resto de candidatos a MVP con una temporada para el recuerdo. Pero no fue él la clave esencial para la consecución del anillo esperado sino las prestaciones del veterano Iguodala. Mientras que la defensa y la atención se centraba en frenar a Curry y Klay Thompson emergía ese plus necesario para los momentos de mayor calor en la cancha. Iguodala aceptó un papel secundario saliendo del banquillo con minutos limitados. Kerr pensaba en reservarle para el momento justo, ese punto distinto que da campeonatos. Conseguido el título, no puedo evitar acordarme de la camiseta con el número 17 y de Chris Mullin. Enhorabuena a Golden State Warriors.

Curry vs Lebron




Los tiempos van cambiando en la NBA al igual que las estrellas del momento. Uno recuerda con nostalgía aquellos enfrentamientos entre Magic y Larry Bird, porque con ellos empezó a amar este deporte siendo muy jovencito. Es una de las rivalidades que más literatura han suscitado, por distintos motivos, encontrando su raíz ya en su etapa universitaria. Fuertes personalidades que aglutinaron a sus equipos a su alrededor y que hizo mejores a jugadores de complemento que se hicieron relevantes.

Luego llegó Jordan, al que no le coloco a nadie enfrente sencillamente porque nadie le pudo hacer sombra. Cuando logró acompasar su ego y talento al juego de equipo hizo letal a los Bulls logrando cifras individuales y colectivas históricas en este deporte.

Hoy en día se someten a la lupa del éxito Stephen Curry y Lebron James, con trayectorias bien diferentes que se solapan en este espacio temporal que llama a la gloria.

El interés por Lebron llegó cuando era todavía un imberbe mozo de instituto, con hambre de éxito, y tantos se apresuraron a ponerle etiquetas y a endulzar su paso a profesionales. Cantos a los que siguieron halagos que terminaron acogotando su asalto al anillo. Vivió por encima de los demás y los golpes de realidad le fueron despojando de oportunidades fueron dolorosos. Tuvo que unirse a un clan de estrellas y bajar sus prestaciones individuales para ganar anillos, y ahí se marcó un antes y un después en una carrera que ha transformado a Lebron al punto de prestar atención a sus compañeros. Jordan necesitó a Phil Jackson para darse cuenta de que en soledad poco rédito obtendría al margen de sus prodigiosos registros anotadores, mientras que a James fue la crudeza de la competición la que le colocó en su esfera actual.

Stephen Curry fue un niño bien, creciendo entre los almohadones que le colocaba su padre, el antiguo jugador de la NBA Dell Curry. Su progreso hasta la cumbre ha sido más lento y su condición de MVP significa una sorpresa inesperada incluso para su progenitor, que a buen seguro no calculaba que la cima de su hijo sería tan alta. No teniendo al lado el foco constante su crecimiento fue paulatino y sereno. La evolución del base de los Warriors es exponencial a la de su equipo, que tras un serio periodo de construcción y seleccionando a Steve Kerr como entrenador esta temporada ha llegado a las Finales habiendo completado una competición de ensueño.
Los dos lideran ahora dos proyectos fabricados de manera diferente para lograr el mismo objetivo.

martes, 24 de febrero de 2015

Un milagro llamado Shaun Livingston


La noche del 26 de febrero de 2007 todo pudo cambiar en la vida de Shaun Livingston. Asentado en la rotación de los Clippers, el base empezaba a dejar asomar un talento con características que alguien quiso hacer semejantes a las de Magic Johnson. En común con la estrella de los Lakers su altura y visión de juego. El déficit en el juego de Livingston se encontraba en el tiro de media y larga distancia, y por eso la mayor parte de su anotación llegaba en valientes entradas a canasta. Precisamente aquella fatídica noche arremetía con fuerza contra el aro en el partido que enfrentaba a los Clippers contra los Bobcats. Una acción como tantas otras con una finalización muy distinta. Todavía uno siente un escalofrío cuando recuerda cómo se retorcía su rodilla izquierda al impactar con el suelo. Una lesión que pudo acabar con todo. Enseguida se comprobó la gravedad, justo en el momento en el que los servicios médicos de la franquicia angelina procedían a estabilizar la pierna. En el deporte americano son muy amigos de las estadísticas y también de poner fechas y plazos. Se hablaba del final de la temporada aunque de puertas adentro la sensación percibida era otra. Livingston encontraría dificultad no sólo para volver a la élite del deporte sino también para manejarse al cien por cien con su maltrecha pierna izquierda. Dependía del éxito de la operación y de una adecuada recuperación y rehabilitación.
Con la rodilla completamente reconstruida Shaun fue constante, paciente y se entregó por completo a los planes de puesta a punto. Nunca ha querido ver la acción desafortunada que le condujo a caminar con muleta y a dudar de su retorno. Apaga la televisión cuando se van a ofrecer imágenes de nuevas lesiones. Con la cicatriz de doce centímetros que le acompaña tiene suficiente para recordarle lo que sucedió aquel 26 de febrero.
El final feliz lo sigue construyendo día a día, aunque comenzó con la firma de su contrato con los Miami Heat en octubre de 2008. Se sentía importante solamente con un puñado de minutos, y su rol pasó a ser el de temporero en distintos equipos. No ha logrado alcanzar el nivel mostrado en el momento de la lesión, aunque sus buenas prestaciones el curso pasado en Brooklyn le han servido para formar parte esta temporada del equipo aspirante a todo, Golden State Warriors. Las molestias en el tobillo del casi seguro próximo MVP de la competición, Steven Curry, le han proporcionado la condición de titular en su sustitución. Ahora no necesita mirar hacia atrás.